Oskar Gröning era el encargado de quitarles el dinero a las víctimas recién llegadas al campo de concentración. Tras contarlo, lo enviaba a Berlín.
El exmiembro de la SS (organización paramilitar de Hitler) fue condenado a 4 años de cárcel en 2015 por ser cómplice en la muerte de 300.000 personas en el campo de concentración de Auschwitz.
Gröning, uno de los pocos crimínales nazi aún con vida, llegó como funcionario a ese campo de concentración cuando tenía 21 años.
Nunca se pudo comprobar que el hombre tuviese participación directa en el exterminio dentro del campo de concentración.
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En el juicio dijo: “Me siento culpable hacia el pueblo judío por haber formado parte de un grupo que cometió esos crímenes. Pero yo no los hice".
A pesar de que han transcurrido más de 70 años de los crímenes, que el acusado tiene una edad muy avanzada y que no se pudo probar su culpabilidad, Gröning fue sentenciado a 4 años de cárcel.
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En su momento, la condena generó fuertes debates en Alemania sobre el límite de la responsabilidad, ya que el procesado solo “trabajaba” en el campo.
Desde que fue proferida la condena, Gröning se ha resistido a ingresar a prisión, aunque en el mes de noviembre un juez dejó en firme el cumplimiento de la pena.
Ahora Oskar ha decidido ir más allá y apelar el fallo, ya que considera que ingresar a la cárcel vulnera su derecho a la vida.
Según Hans Holtermann, abogado defensor del reo: “La Corte Constitucional debe examinar si, teniendo en cuenta la salud del señor Gröning, su derecho básico a la vida y su integridad física está garantizado en prisión”.
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No se sabe qué decisión tomen los tribunales sobre el caso de Oskar Gröning, ya que frente a su edad y estado de salud es muy difícil que sobreviva a la condena.