Se escapó y fijó como meta llegar a pie hasta la ciudad de Chongqing, China, situada a unos 800 kilómetros de su casa.
Lo sorprendente fue que, a pesar de durar más de tres semanas, pudo recorrer un centenar de kilómetros, cazar serpientes y atrapar peces en los ríos solo con una bolsa de plástico.
Algunas noches le tocó dormir en el remolque de un camión, en pajares o al raso, sin otro colchón que una pila de hojas, y para ganar algo de dinero se dedicó a la recolección y venta de cartones y botellas de plástico, cuenta el diario South China Morning Post.
Miao contó a varios periodistas que no aceptó la ayuda de extraños, que le ofrecían comida o alojamiento gratis al verlo solo y harapiento. También aseguró que durante su travesía no robó nada a nadie.
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La escapada de Miao terminó el 23 de julio, cuando la policía aprehendió al niño y lo llevó a una comisaría local, donde avisaron a los padres, quienes tras el feliz reencuentro prometieron que no volverían a pegar al chico.