“Haremos nuestras propias leyes y tomaremos nuestras decisiones", sentenció la primera ministra británica al firmar la carta que hace la solicitud formal.
La primera ministra británica Theresa May pidió a unidad a su pueblo al iniciar una salida de la UE que calificó de irreversible, y que pondrá a prueba la resistencia de las costuras europeas y británicas.
"Ha llegado el momento de unirnos y trabajar juntos para lograr el mejor acuerdo posible", afirmó en un discurso en el parlamento, minutos después de que el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, recibiese en Bruselas la carta británica que notifica formalmente la salida.
"Es un momento histórico que no tiene vuelta atrás", sentenció May, "haremos nuestras propias leyes y tomaremos nuestras decisiones".
"No hay razones para pretender que este es un día feliz, ni en Bruselas ni en Londres", le respondió casi de inmediato Tusk.
Al término de dos años de negociaciones, la UE habrá perdido a un miembro del Consejo de Seguridad de la ONU y potencia nuclear, y habrá ganado, a su pesar, un ejemplo que otros sentirán la tentación de seguir. A su vez, el Reino Unido podría quedarse sin Escocia e Irlanda del Norte si el descontento de ambas con el Brexit acaba en independencia.
La primera ministra precisó que la regularización de la situación de los tres millones de europeos residentes en el Reino Unido será "una prioridad" en las negociaciones.
En la carta que envió a Tusk, May invocó el Artículo 50 del Tratado de Lisboa, cláusula de la salida, la primera de un Estado en 60 años de historia de la UE, y tendió la mano a los europeos: "queremos seguir siendo socios comprometidos y aliados de nuestros amigos del continente".
May presidió temprano una reunión extraordinaria del gobierno, y se dirigía al Parlamento en el justo momento en que Bruselas recibió la carta.
Una factura millonaria como despedida
Los mandatarios europeos tienen previsto establecer sus grandes líneas de negociación el próximo 29 de abril en una cumbre en Bruselas, sobre la base de la propuesta que Tusk les presentará antes del viernes.
Las negociaciones propiamente dichas empezarán a finales de mayo, principios de junio, y el primer cara a cara entre May y los líderes de los 27 será el 22 de junio.
May quiere una ruptura neta y renunciará al mercado único para poder controlar la inmigración, lo que ha despertado preocupación en sectores estratégicos como la banca y los constructores de automóviles, muy dependientes de sus negocios en la UE.
En cambio, el principal negociador europeo, Michel Barnier, pretende que los tres millones de ciudadanos europeos en Reino Unido conserven sus derechos.
Sin embargo, la cuestión que protagonizará el inicio de las conversaciones será la factura a pagar por el Reino Unido. Aunque todavía no hay cifra oficial, se estima que los compromisos presupuestarios adquiridos por Londres ascienden a hasta 60.000 millones de euros (64.000 millones de dólares).
El ministro de Finanzas, Philip Hammond, admitió a la BBC que habrá que pagar -"no se puede tener todo"-, pero discrepó del montante, atribuyéndolo a una estrategia: "después de todo, esto es una negociación".
'¡Libertad!'
Este miércoles, las portadas de los medios antieuropeos tenían un tono eufórico. El Daily Mail hablaba de "¡Libertad!", y The Sun ilustraba la suya con una gran foto de los acantilados de Dover, la muralla física que protege al país de las invasiones europeas. En el otro extremo ideológico, The Guardian advertía de un "salto a lo desconocido".
El referéndum del 23 de junio de 2016 (52% a 48% a favor del Brexit) dejó heridas por cicatrizar en la sociedad británica, y este miércoles coincidirán manifestaciones de protesta y muestras de alegría y alivio.
"Estoy contenta. Creo que podemos defendernos perfectamente solos. ¿Qué hacen por nosotros? Nada", explicó Christine Garrett, de 66 años, una jubilada del barrio londinense de Bethnal Green.
"Estoy contenta porque estoy harta de inmigrantes, eso es todo lo que tengo que decir", sentenció Irene, de 63 años, mientras Julia Rogers, de 38, estimaba que se avecina "un desastre".
El ingreso británico en la UE se produjo en 1973 tras dos negativas del presidente francés Charles de Gaulle, que estaba convencido de que los británicos eran unos europeos reticentes que iban a actuar como caballo de Troya de Washington.
El Reino Unido prosperó económicamente como miembro, moldeó el bloque y le arrancó concesiones: se le permitió quedarse al margen del euro y del espacio Schengen, obtuvo la creación del mercado único, la ampliación del bloque a los países del Este y que se le reembolsara dinero del presupuesto agrícola, al famoso grito de Margaret Thatcher "quiero que me devuelvan mi dinero".
Updated: marzo 29, 2017 09:52 a. m.