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Ya ha pasado un mes desde la desaparición de María Isabella Orozco Lozano, una adolescente de 16 años con doble nacionalidad mexicana y colombiana, cuyo paradero sigue siendo un misterio. La joven fue vista por última vez el 2 de septiembre en el pueblo de San Miguel Xicalco, en Tlalpan, Ciudad de México, cuando abordó un camión sin placas, según quedó registrado en cámaras de seguridad.
Desde entonces, su familia vive una angustia constante y denuncia graves irregularidades en la investigación adelantada por la Fiscalía General de Justicia (FGJ) de la Ciudad de México, a la que acusan de negligencia y omisiones que han entorpecido el proceso.
De acuerdo con el testimonio de su madre, Pilar Orozco, la menor salió de su casa alrededor de las 4:17 p. m. y fue captada por las cámaras del C5 conversando con dos personas antes de subir al bus. Sin embargo, el vehículo no tenía matrícula y solo mostraba un logotipo de una marca de chocolate, un detalle que podría ser clave para identificarlo.
“Si esa es la única pista, lo lógico sería rastrear de inmediato la central de donde salen esos camiones. Pero no se hizo nada. Es una omisión gravísima”, declaró Pilar al medio SinEmbargo México.
La madre asegura que, pese a las grabaciones, la Fiscalía no ha citado al conductor del vehículo y tampoco activó la Alerta Amber nacional en el momento de la desaparición, una medida que pudo haber acelerado la búsqueda en las primeras horas críticas.
Además de las demoras en la revisión de cámaras, Pilar denuncia que las autoridades no han analizado las llamadas ni la geolocalización del celular de su hija, argumentando que el dispositivo “aún está en reconocimiento técnico”. Para ella, esto refleja un preocupante nivel de desinterés.
A esta falta de diligencia se suma lo que considera un proceso revictimizante. Según cuenta, la primera ficha de búsqueda publicada por la Fiscalía insinuaba que María Isabella podría haberse fugado con un joven extranjero que conoció en redes sociales.
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“Esa hipótesis fue una falta de respeto. Desviaron la atención y me hicieron sentir que culpaban a mi hija. Es absurdo. Era un chico con el que hablaba de cocina y videojuegos, ni siquiera vive en México”, explicó.
Organizaciones civiles y medios locales como Debate han coincidido en señalar que este tipo de errores revela una crisis institucional en la entidad encargada de la investigación, que habría perdido tiempo valioso en conjeturas sin fundamento.
El pasado 29 de septiembre, Pilar recibió una llamada anónima en la que alguien aseguró haber visto a una joven con las características de María Isabella en San Nicolás de Pedregal. La testigo afirmó que parecía desorientada y posiblemente bajo los efectos de alguna sustancia.
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La madre acudió de inmediato al lugar con apoyo de la Comisión de Búsqueda de Personas, pero denunció que el operativo fue improvisado y poco discreto.
“Llegamos con patrullas, sirenas y ruido. Eso solo sirvió para alertar a quienes podrían estar involucrados. No hubo planeación ni estrategia”, lamentó.
En la zona encontraron un cambuche con objetos recientes, una colchoneta limpia, comida y tenis, que coincidían con las descripciones de la llamada. Sin embargo, cuando regresaron horas más tarde, el sitio había sido completamente despejado.
Pese a las fallas institucionales y la falta de respuestas, Pilar continúa su propia búsqueda con ayuda de colectivos de mujeres y grupos internacionales que difunden la imagen de su hija en redes sociales. “No voy a descansar hasta encontrarla”, afirma con voz firme en los videos que comparte en línea.
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