El papa Francisco recordó durante su visita a Luxemburgo su famoso "¡todos, todos, todos!", al reiterar que la Iglesia católica tiene "espíritu de acogida, de apertura a todos, y no admite ningún tipo de exclusión".
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Así fue la visita del papa Francisco a Luxemburgo
Esta es la primera visita papal a Luxemburgo desde 1985, cuando Juan Pablo II celebró en la capital una misa con 60.000 fieles, la más grande de la historia de ese país.
Después la población del pequeño Gran Ducado se duplicó, especialmente por el atractivo de su centro financiero. Enclavado entre Bélgica, Alemania y Francia, Luxemburgo tiene 654.000 habitantes, de los cuales 41% son católicos, según el Vaticano.
El miércoles, en su audiencia general semanal, el papa se refirió brevemente a su visita a Luxemburgo y Bélgica como una ocasión de dar un "nuevo impulso a la fe en esos países".
"El papa Francisco visita una sociedad muy diferente de la que vio Juan Pablo II", apuntó el analista político Philippe Poirier.
En el que fue el último acto de su breve visita (de apenas unas 8 horas de duración) a Luxemburgo, Francisco se reunió en la catedral de Notre-Dame de este país con una representación del clero local, al que instó "a permanecer fieles a esta herencia y a seguir haciendo de vuestro país una casa acogedora para todo el que llame a vuestra puerta pidiendo ayuda y hospitalidad", y agradeció la acogida que se dispensa aquí a los migrantes.
Con anterioridad, la religiosa Maria Perpétua Coelho Dos Santos había agradecido "su valentía al acoger a migrantes y refugiados"
"Luxemburgo tiene unos 660.000 habitantes, el 47,4% de los cuales no son luxemburgueses. Además, cada día, unos 214.000 trabajadores transfronterizos vienen a trabajar al Gran Ducado. Durante generaciones, la Iglesia luxemburguesa ha acogido a comunidades de inmigrantes de diferentes lenguas, culturas y tradiciones religiosas.
"Querido Santo Padre, en la ceremonia de bienvenida de la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa usted dijo: 'Todos, todos, todos'. Contigo, nos comprometemos por una Iglesia abierta a todos, universal, sinodal, que llama a cada uno a seguir a Cristo" , subrayó la religiosa.
En el discurso, Francisco abordó uno de los temas del viaje: una sociedad secularizada y la perdida de fieles en el corazón de Europa, a lo que respondió que ante ello la Iglesia "no se repliega en sí misma, triste, resignada, resentida, sino que acepta el desafío, en fidelidad a los valores de siempre, de redescubrir y revalorizar de manera nueva los caminos de evangelización, pasando cada vez más de una simple propuesta de atención pastoral a una propuesta de anuncio misionero".
Con este acto, y tras la reunión con la familia de los grandes duques Enrique y María Teresa; el primer ministro luxemburgués, Luc Frieden, y el discurso a las autoridades, el papa Francisco concluyó su visita a Luxemburgo, de donde se trasladará a Bruselas, en una estancia que concluirá el domingo.
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