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Este viernes, 3 de octubre de 2025, se consolidó un momento trascendental para la Iglesia de Inglaterra y la Comunión Anglicana global con el nombramiento de Sarah Mullally como la nueva Arzobispa de Canterbury. Mullally, de 63 años, se convierte así en la primera mujer en ocupar este cargo de inmensa relevancia espiritual. Este nombramiento marca el fin de casi 500 años de liderazgo exclusivamente de hombres desde que el Rey Enrique VIII se separara de la autoridad papal en la década de 1530 y estableciera la iglesia estatal.
La nueva Arzobispa de Canterbury, la clériga número 106 en asumir el puesto, es reconocida como la líder espiritual de los aproximadamente 85 millones de anglicanos alrededor del mundo. Aunque el Rey Carlos III ostenta el título de Gobernador Supremo de la Iglesia de Inglaterra, es el Arzobispo quien funciona como el clérigo de mayor rango y la cara visible de la institución. Su papel no es solo religioso, sino también cívico, ya que ocupa un asiento en la Cámara de los Lores del Parlamento británico, participando activamente en debates sobre políticas públicas y asuntos de importancia nacional. La confirmación legal de Mullally está prevista para enero en la Catedral de Canterbury.
El ascenso de Mullally ocurre en un periodo de profunda introspección y crisis institucional. El puesto de Arzobispo de Canterbury estuvo vacante durante casi un año, tras la dimisión de su predecesor, Justin Welby, en noviembre de 2024. La renuncia de Welby fue catalogada por historiadores como "histórica y sin precedentes exactos" en los 1,427 años de la historia del cargo de acuerdo con CNN.
Welby dimitió a causa de un escándalo de abuso infantil y encubrimiento. Una revisión independiente concluyó que la Iglesia de Inglaterra, incluyendo a Welby, "sabía, al más alto nivel" en 2013 sobre los abusos cometidos por John Smyth, un líder de campamento cristiano y abusador en serie, y que este podría haber sido llevado ante la justicia si Welby lo hubiera denunciado formalmente a la policía. Este escándalo generó llamados a una reforma profunda en la institución.
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La elección de Mullally, por parte de la Comisión de Nominaciones de la Corona, se alineó con la intención de evitar una lista de candidatos que fueran "todos blancos, con estudios de Oxbridge, hombres y procedentes del sureste de Inglaterra" según CNN. El objetivo era encontrar a alguien que pudiera ofrecer un liderazgo espiritual genuino y que fuera capaz de "hablar con autoridad y gracia, con voz cristiana, sobre los asuntos de la nación". Tras la selección, el Primer Ministro Keir Starmer celebra la decisión, y el Rey Carlos III realiza el nombramiento formal.
El nombramiento de Mullally es el culmen de una trayectoria marcada por el servicio. Antes de su ordenación, Mullally tuvo una notable carrera en el Servicio Nacional de Salud. Trabajó como enfermera en hospitales de Londres, llegando a ser la jefa de enfermería más joven de la historia de Inglaterra en 1999. También ejerció como Directora de Enfermería para su país.
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Su progreso en la jerarquía eclesiástica ha sido rápido y ha dependido directamente de las reformas impulsadas hace una década por el exlíder Justin Welby. Mullally fue ordenada sacerdotisa en 2002, después de que las mujeres fueran permitidas en el sacerdocio a mediados de los 90. En 2018, se convirtió en la primera Obispa de Londres, el tercer cargo más importante en la Iglesia de Inglaterra, después de los arzobispos de Canterbury y York. Actualmente, más de 40 de los 108 obispos de Inglaterra son mujeres.
Al frente de una institución que lucha por mantener su relevancia en la sociedad, Mullally deberá abordar cuestiones morales y políticas complejas. Según la BBC, la arzobispa reconoció que el cargo representa una "enorme responsabilidad" pero expresó una sensación de "paz y confianza en que Dios la guiará".
Entre los desafíos que enfrentará está la profunda división interna sobre temas sociales. Anteriormente, como obispa de Londres, estuvo a cargo del grupo que discutió sobre la bendición de los matrimonios entre personas del mismo sexo, describiendo la decisión de 2023 como "un momento de esperanza para la Iglesia", aunque reconociendo que no satisfizo a todos los bandos.
Además, su rol parlamentario requerirá votar sobre proyectos de ley controversiales, como los relacionados con la eutanasia. Mullally ha manifestado abiertamente su oposición a esta legislación, argumentando que se debe evitar poner en riesgo a las personas vulnerables y, en cambio, mejorar el acceso a los servicios de cuidados paliativos.
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ANDRÉS FELIPE ADAMES RESTREPO
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