“Pero debemos actuar para garantizar la seguridad del sector turístico", advirtió Najem Gharsalli, el sábado por la noche.
Miles de turistas se marcharon el sábado de Túnez, después de que 38 personas murieran en el peor atentado terrorista en el país. Estaba previsto que varios centenares más se fueran el domingo.
Se espera que el atentado del viernes contra turistas en una playa aseste un enorme golpe al sector turístico tunecino, que supuso casi el 15% del producto interno bruto del país en 2014. Otras 22 personas murieron en marzo en un ataque al museo Bardo en la capital de Túnez.
Tobias Ellwood advirtió que esa cifra "bien podría incrementarse" y describió el atentado como el "ataque terrorista más grande en contra de británicos", desde el acontecido en julio de 2005, en la red de transporte público de Londres, en el que murieron 52 personas.
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"El combate contra el terrorismo en responsabilidad nacional", dijo un agitado Habib Essid el sábado durante la conferencia de prensa en la capital, Túnez. "Estamos en una guerra contra el terrorismo que representa un serio peligro a nuestra unidad nacional durante ese delicado momento por el que atraviesa la nación".
Essid anunció el llamado de los reservistas del ejército y dijo que serán desplegados en atracciones turísticas de todo el país y al interior de hoteles, a quienes pidió que hicieran un mejor trabajo para reforzar su seguridad.
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También dijo que los partidos políticos y asociaciones que exhiban ideas radicales con fondos sospechosos, serán cerrados y que se cerrarán cerca de 80 mezquitas de las que se sabe que tienen predicadores extremistas.
El gobierno fue criticado por su pobre esfuerzo en adoptar medidas anti terroristas, especialmente luego del atentado en el museo nacional, en el que murieron 22 personas en marzo.
El atacante, asesinado por la policía tras el atentado, fue identificado como Seifeddine Rezgui, un joven estudiante de la Universidad de Kairouan.
Varios testigos señalan que el joven utilizó granadas durante el ataque, mientras avanzaba metódicamente de la playa a la piscina, y de ahí al vestíbulo.
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"Cuando llegó, aventó una granada y vimos todo negro -- estaba lleno de humo", dijo Imen Belfekih, quien trabaja en el hotel Imperial Marhaba, donde se realizó el ataque. Las reseñas de otros sobrevivientes describen haber escuchado detonaciones, además de los disparos.
El grupo Estado Islámico admitió la responsabilidad por medio de un tuit y dio su pseudónimo yihadí de Abu Yahya al-Qayrawani, según al grupo de inteligencia SITE.
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En el hotel, camionetas y autobuses llevaban el sábado a los turistas de regreso al aeropuerto. Y aunque el hotel no cerrará sus puertas, las agencias del viaje le han pedido a todos sus clientes que regresen a casa, señaló el director del centro turístico.
"Hoy tal vez nos quedemos sin clientes, pero mantendremos a todo el personal, dijo Mohammed Becheur, quien señaló que el hotel de 370 habitaciones había tenido una ocupación de 75% antes del ataque.
El turismo es parte vital de la economía de Túnez, y ya se había afectado en un 25% luego del ataque en el museo nacional de la capital.
"Es algo trágico, pero ¿qué se puede hacer? Por todos, por los turistas, por las personas que murieron, por sus familias, dijo el turista belga Clause Besse, mientras se recuperaba en el hospital del balazo que recibió mientras huía del atacante. "Para mí, de alguna forma, con una bala en la pierna, no es una catástrofe. Es distinto para aquellos que murieron o quedaron lesionados de por vida".
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