El Premio Caracol Televisión a la Protección del Medio Ambiente, en su décima edición, presenta a Hocol, segundo finalista en la categoría Empresas grandes y medianas, que trabaja en programas de conservación de especies de fauna y flora.>>> Puede interesarle: Cerrejón, finalista del Premio Caracol TV a la Protección del Medio Ambiente 2024El trabajo de Hocol por la conservación del medio ambientePor medio de talleres de formación en aviturismo y ecoturismo, Hocol intenta educar a los habitantes de Manaure, Maicao y Montería en alternativas de sostenibilidad económica que no dañen el medio ambiente."Nosotros mismos hemos ido capacitando, y gracias a ellos también, que han aportado y nos han capacitado a nuestras comunidades", comentó el manaurero José Barros.Hocol tiene planteada que esta estrategia, la cual ya lleva 2 años funcionando, se ejecute en un periodo total de 5 años. Esto podría hacer que unos 4.000 flamencos rosados, 187 guacamayas y 243 individuos de la especie chauna chavarri dejen de vivir bajo amenaza.Adriana Rodríguez, profesional de aseguramiento de documentos ambientales de Hocol, destacó la importancia de que las comunidades tengan "corresponsabilidad y apropiación de su propio territorio, donde identifiquen que las aves son más valiosas como ecosistema que como mascota".Estos territorios se han convertido en un destino atractivo para el aviturismo. Algunos de los visitantes llegan a pagar hasta 300 dólares para hacer observaciones en el territorio.La industrialización y la agricultura no son un obstáculo para Hocol, quien reafirma su compromiso con la preservación de los ecosistemas del país.>>> En temas relacionados: La transformación de la Hacienda Nápoles como santuario de protección y diversidad animal
Las elecciones regionales en Colombia demostraron que los votantes estaban inconformes con muchos de los candidatos y por eso eligieron el voto en blanco como opción. Aunque en varias regiones del país ocupó el segundo lugar, en dos se impuso y allí deberán volver a realizar comicios.Vándalos irrumpieron en la sede de la Registraduría de Gamarra y le prendieron fuegoUna de ellas fue Gamarra, Cesar, donde, según el reporte de la Registraduría ,el voto en blanco obtuvo 3.474 sufragios, es decir, 807 más que el candidato líder, quien alcanzó 2.667. Así mismo, en la contienda electoral a la Alcaldía de Maicao, en La Guajira, donde el voto en blanco obtuvo 19.895, lo que significa 10.337 más que el aspirante que quedó segundo.Para analistas, este resultado se debe a inconformidades de los votantes por los partidos políticos.“Tiene que entenderse que a nivel constitucional y legal siempre se ha interpretado que el voto en blanco es una posibilidad de manifestación de descontento, de desaprobación. Esto es una manifestación contundente por parte de la ciudadanía y un motivo de reflexión para saber qué está pasando en el régimen municipal”, consideró Juan Falkonerth, profesor y analista político.En el Valle del Cauca, a pesar de que ganó Dilian Francisca Toro, el voto en blanco quedó segundo con 436.285.Dilian Francisca Toro vuelve a la Gobernación del Valle del CaucaPara Laura Bonilla, subdirectora de la Fundación Paz y Reconciliación (Pares), los resultados se deben a una forma de protesta de algunos electores. “Es algo a lo que tenemos que prestarle atención para ver si realmente estas inhabilidades del Consejo Nacional Electoral están afectando los resultados de la democracia”, señaló.En Bogotá, pese a haber un ganador indiscutible, el voto en blanco quedó en cuarto lugar.
El pulso en la regiones por las alcaldías, gobernaciones, asambleas y juntas administradoras locales continúa y las polémicas también. En las últimas horas, Samuel Santander Lopesierra, conocido como el hombre Marlboro, se inscribió para aspirar a la alcaldía de Maicao, en La Guajira.Santander Lopesierra desató polémica tras inscribir candidatura a Alcaldía de MaicaoEn medio de aplausos y respaldado por varios simpatizantes, el hombre Marlboro entregó ante la registraduría municipal de esa ciudad 63.825 firmas.Su aspiración ha generado todo tipo de reacciones por su pasado. Aunque hoy en día figura sin ningún antecedente ante la Procuraduría y la justicia, este hombre, que fue senador en 1994 y reconocido por las autoridades como el zar del contrabando de licor y cigarrillos en la costa Caribe, estuvo preso durante varios meses en la cárcel de Cómbita en Boyacá por el delito de narcotráfico.En 2003, la Corte Suprema de Justicia autorizó su extradición a Estados Unidos por enviar cocaína a ese país y con una condena de 18 años. En el 2021 regresó a Colombia."Somos personas que necesitamos una segunda oportunidad, es el caso mío. Yo lo que no tolero es cualquier acto de corrupción y puedo garantizarle a la ciudadanía que ninguna persona vinculada oficialmente a un acto de corrupción, bajo cualquier gestión que se haya desempeñado, en cualquier cargo público, va a estar marginada”, afirmó.Debido a sus antecedentes, son muchas las preguntas que surgen sobre su aspiración a la Alcaldía de Maicao. Por ejemplo, ¿a pesar de haber sido condenado, puede ser elegido?Esto explica el exmagistrado del consejo electoral, Armando Novoa: “El artículo 122 de la Constitución establece con claridad que no podrá inscribirse como candidato a un cargo de elección popular quien haya sido condenado en Colombia o en el extranjero por el delito de narcotráfico mediante una sentencia proferida por un juez”.Es importante recordar, que actualmente el hombre Marlboro está vinculado a la investigación por el presunto aporte de $600 millones de pesos a la campaña presidencial de Gustavo Petro en 2022. Aquel dinero habría sido entregado a Nicolás Petro, hijo del hoy mandatario.La ovación con la que el hombre Marlboro fue recibido recuerda la caravana con la que acogieron al Ñoño Elías, quien pese a estar condenado por el escándalo de corrupción de Odebrecht tuvo seguidores en Sahagún y hasta ciudadanos que buscaban tomarse una foto con él.Recibimiento al Ñoño Elías refleja cómo “la casta política ha corrompido el alma colombiana”
Una polémica se desató en Colombia luego de que Samuel Santander Lopesierra inscribiera su candidatura a la Alcaldía de Maicao. Para los especialistas, la inscripción del conocido como el hombre Marlboro, condenado en los Estados Unidos por narcotráfico, sería inconstitucional.Le puede interesar: Paro armado en Chocó enciende alertas a la MOE por las elecciones de octubreSamuel Santander Lopesierra inscribió su candidatura entre pitos y caravanas. El hombre Marlboro recogió 63.000 firmas para buscar la Alcaldía de dicho municipio ubicado en el departamento de La Guajira.Santander Lopesierra fue condenado a 18 años de prisión en los Estados Unidos por narcotráfico. Además, estaría involucrado en la presunta entrega de dinero a Nicolás Petro para la campaña Petro presidente.“Ningún colombiano que haya sido enviado a prisión en Colombia o en el exterior en relación con el narcotráfico se puede presentar a ninguna elección. La candidatura del hombre Marlboro no se puede presentar, es totalmente ilegal”, aseguró el analista político Pedro Viveros.Samuel Santander Lopesierra inscribió su candidatura a través del Movimiento Alternativo Independiente.“Esta aspiración política es totalmente inconveniente e inviable, existen impedimentos constitucionales y de orden legal que le impedirían no solo aspirar, sino llegar a posesionarse en este cargo público”, sostuvo el analista político Juan Falkonerth.Esta no sería la primera vez que el hombre Marlboro busca ocupar un cargo político, pues en 1994 fue senador de la República.Consulte también: Inscripción de cédulas para elecciones regionales 2023: lo que debe saberEl calendario para las elecciones regionales 2023En junio empezaron a agitar los movimientos de cara a las elecciones regionales en Colombia 2023, que tendrán lugar a finales de octubre. Por lo tanto, es importante tener en cuenta el siguiente calendario electoral:El domingo 4 de junio se realizaron las consultas interpartidistas.El jueves 29 de junio se dio inicio a la inscripción de candidatos. Oficialmente quienes ya tengan decidido su aval de partidos o cuenten con las firmas necesarias pueden inscribirse.El sábado 29 de julio se cierra la inscripción de candidatos. Para ese entonces, ya todos los partidos, coaliciones y nombres deben estar respaldados por organizaciones políticas para ser candidatos oficialmente.El martes 29 de agosto se cierra la inscripción de ciudadanos habilitados para votar. Si la persona ya tiene la cédula inscrita, no es necesario que lo haga de nuevo.El domingo 29 de octubre es el día definitivo, el día de las elecciones. Más de 1.100 municipios en los 32 departamentos de Colombia participarán de los comicios para elegir alcaldes, gobernadores, concejales, diputados y ediles.El 19 de noviembre, de ser necesario, se realizará la segunda vuelta a la Alcaldía de Bogotá. Según una modificación al estatuto orgánico de la capital de la República, si los candidatos no logran más del 40% de los votos y, a su vez, más del 10% sobre el segundo, habrá segunda vuelta.
En el asentamiento interno de La Torre encontramos a Yulimar Oviedo, nos relató cómo su familia “aterrizó” de emergencia en este lugar hace varios años: “Escuchamos que iba a haber una invasión, y nos vinimos para acá y llevamos como cuatro años acá".Vea la primera parte de este informe: Al interior de La Pista, el asentamiento humano más grande de LatinoaméricaYulimar logró refrescar y asear a su pequeña con el agua que les compró a los burreros. Cuenta que la familia llegó con la primera invasión que se vio entrar a La Pista: "Esto estaba feo, había mucho monte y había uno que otro ranchito, nos mudamos así hasta que la gente empezó a ubicarse. Le pusimos unos palitos ahí y después hicimos el rancho".Demarcaron el pedazo de tierra, cuenta que la lucha por sobrevivir fue feroz y terminó desintegrando la familia. Ella se quedó junto con su papá, que le ayuda a cuidar a la pequeña. La vida del abuelo actualmente está entre ir y venir de Venezuela, donde tiene otros hijos. Es una vida pendular que asumen muchos migrantes, dicen tener su corazón en Colombia y su alma en Venezuela: "Mi papá vive allá atrás con mi mamá. La huerta la puso mi mamá y hasta puso sábila.”¿Y usted se va a quedar acá?“Sí, sí, tengo dos hijos, no puedo estar rodando”.El suyo fue un aterrizaje forzoso y definitivo, sus hijos crecerán como otros cuatro mil niños que se estima tiene La Pista.Aunque no existe un censo oficial, los 12 líderes que tiene el asentamiento coinciden en afirmar que el 60% son migrantes. Los indígenas wayú son el 40%, para quienes no existen fronteras entre las dos naciones.Aquí los niños salen de los ranchos a saludar con un choque de manos al forastero que les simpatiza.En la manzana ocho está la mayoría de retornados wayú. Hablamos con Noris Paz, quien tiene una familia muy numerosa: en total son 11.“No hemos comido. No le voy a decir mentiras”, dice.Mantienen el fogón encendido a la espera de llenar la olla para saciar el hambre de los once miembros de la familia wayú.Noris tiene una gran preocupación, los techos de plástico están agujereados: “Cuando llueve todo se moja, todo son plásticos. Y no tenemos un baño y entre nosotros lo hicimos, un baño se hizo en un hueco, prácticamente, y hacemos todos ahí. En el baño todos tenemos que hacer una colita para ir allá”.Sobre el terreno de La Pista están los que lograron levantar casas recicladas de madera y techo. A unos metros están los que tiene casas de lámina de metal. Al lado están los más miserables, los que sobreviven en cambuches. Y entre esos miles encontramos a Carmen Lucía, una migrante que llegó con la pandemia y que, después de construir su familia en el estado Zulia, se quedó sola naufragando en La Pista”.Recuerda Lucía que una señora le colaboró para que se ganara unos pesos vendiendo agua, así fue como llegó a comprar el trozo de tierra que hoy ocupa en su cambuche: "Nos encontramos un señor que era el que tenía un ranchito y me dice ‘yo estoy vendiendo este terreno, te vendo esta partecita para que compres un terreno ahí’, y sin tener dónde vivir yo acepté”.La parcelita le costó $150.000 menos que a su vecina, le tocó pagarle al señor $200.000.A sus 60 años, Lucía sobrevive cuidando algunas veces niños de sus vecinas, así logra ganar $15.000, que le sirven para comprar el agua y para comprar la acostumbrada “harina pan” venezolana.“Me dura varios días, a veces una arepa en la mañana, una al medio día y cuando no hay, un vasito de agua y a dormir”, asegura.Nos pide entrar para conocer su cambuche de plástico. “Acá me llueve y tengo electricidad”, señala los cables unidos con cinta, dice no sentir miedo con los cables que cuelgan.“Más miedo da que esto esté oscuro. Acá pasan muchas cosas, por lo menos anoche no podía dormir, escuchaba unos disparos acá cerquita y eso ¡Pum! ¡Pum!, y yo decía '¡Dios mío! que no venga una bala que pase por el plástico', ¡horrible!”, afirma.La soledad y la vejez la tienen triste, pero se alimenta de coraje cada nuevo día: “Yo estoy mal, pero hay personas más mal que yo.- ¿Aquí hay personas más mal que usted?“Claro, personas que tienen que ir a los basureros, ¿qué pueden conseguir en un basurero de esos?, infecciones, enfermedades. Me pone triste la soledad, la lejanía”.Las lágrimas recorren su rostro. Es verdad, La Pista es un purgatorio peninsular, cada rancho esconde un drama familiar. ¿Cómo no morir de hambre?, es la lucha que estaba dando Daisy una madre wayú.El humo sale del fogón de su rancho donde están reunidos sus cuatro pequeños haciendo las tareas, a la espera del almuerzo. Al fondo, sobre una alberca, estaba Daisy, arreglando tres peces flacos para echarle a la sartén."Aquí voy a preparar tres pescaditos.”¿Cuántos niños tiene usted?“Son siete”¿Y tres pescaditos para cuántas personas?“Siete niños, mi persona y mi esposo.”¿Tres pescados para 9 personas?“Si señora, es correcto.”¿Usted qué desayuno?“Nada. Así lo hago rendir para los niños, por pedacito así - va partiendo en dos cada pescado -, yo les hablo de que la situación está muy mal, él está buscando trabajo, pero no consigue”.A pleno rayo de sol, a 44 grados continúa cocinando en el improvisado fogón de leña y va peleando con su desgracia: “No tengo cocina, no tengo bombona de gas. Así tengo que darles alimentación y como mamá lo estoy haciendo”.En el asentamiento todo tiene un precio, estas son las cuentas de Daisy:"Estos palos no son gratis, como decimos, eso se compra, un palito cuesta 300 pesos y nosotros tenemos que comprar dos palos, es 600 pesos. Todo está caro, el pescado son tres pescados, es una librita, son $3.500 y no tengo más, ¿de dónde voy a sacar? Un kilo de arroz te está costando $4.800 y me toca comprar la mitad y me toca comprar un poquito, porcioncita, para los niños. Ahora no tengo agua, está vacío el tanque. Aquí mandé esta mañana echar tres laticas, me costaron mil pesos y esto no va a alcanzar para todo el día, esto se termina y con el favor de Dios vendo y compro tres latas más”.Terminado el pescado se acerca a la pequeña mesa donde le espera su familia: “Hoy va a tomar un vaso de agua y van a comer pescadito porque no hay arroz”.Tres pescaditos partidos en trocitos servidos para compartir y que rápidamente las pequeñas manitas llevan a sus bocas ávidas del alimento fugaz. Al lado, está el padre alzando al más pequeño, se mantiene en silencio mientras Daisy se atora con sus lágrimas: “Le digo esto, esto para mí es muy duro, muy difícil, porque no tengo un trabajo estable, no tengo”. Daisy se quiebra en llanto.En otro punto está el vecindario de Dérmides Toloza, el líder vendedor de tintos. Su manzana se llama La Torre y está construida sobre los cimientos del antiguo aeropuerto que aún conserva los corredores peatonales. Él y su esposa Yuleima han luchado codo a codo para construir su pequeño y amoroso hogar. Él nos recibe en el portal de su vivienda para hablarnos de su mayor preocupación:“A nosotros no nos está matando el hambre, a nosotros nos está matando el estrés que estamos cargando, porque nos acostamos y despertamos pensando que si nos van a sacar no tenemos para donde agarrar y nos levantamos pensando en lo mismo".La problemática de los migrantes en La Pista terminó afectando a los vecinos que, a pesar de ser solidarios, han terminado pagando el robo de energía, soportando la inseguridad, el pandillaje, las noches de vicio y prostitución en la zona.Juan Carlos Parody es un líder social carismático vecino al asentamiento con el que recorrimos la ciudadela de miseria: "Aquí hay 23 organizaciones internacionales ayudando a los venezolanos, supuestamente se han gastado un promedio entre 50 y 60 millones de dólares, eso es mucha plata. Aquí lo que ha hecho falta es una cabeza visible, entonces usted ve una caravana de carros de gente ganándose 7 u 8.000 dólares y venir a repartir un mercadito que solo ayuda a aumentar la problemática, el problema que ellos tienen es de arreglarles su situación".Los puntos sobre las íes los pone Juan Carlos, al que sus vecinos de La Pista escuchan y estiman: "En esta casa de miseria que usted ve puede encontrar a un profesional, profesores, por ejemplo, de bilingüismo, que sabe perfectamente el inglés, ¿por qué no facilitamos las leyes para que ellos puedan trabajar y atender dignamente a sus propios hijos?".Es un drama humanitario que va en aumento, una bomba de tiempo social, los migrantes quieren saber si los dejarán vivir en La Pista o los van a desalojar, le preguntamos a líder Toloza de quién es el terreno que ocupan."Esto pasó a manos de la Aeronáutica Civil con un contrato, el cual ya se venció hace unos siete años. Ya pasó a manos de la Administración, o sea, de la Alcaldía. Tienen un proyecto, pero no lo han realizado, un proyecto de vivienda, de una pista de patinaje, estaban plasmados para ejecutarlos, pero hace muchos años”, responde.La postura del líder vecino Parody es diferente: "Este es un aeropuerto de seguridad nacional, todavía tiene sus protecciones, porque así está establecido. O sea, ellos no se pueden quedar acá, tienen que salir, desafortunadamente la ley así lo establece. Lo que establece el ordenamiento jurídico es que los inmuebles y bienes del Estado no se pueden invadir, la propuesta de nosotros es que los reubiquen a ellos, que les den una casa digna con recursos del orden internacional, porque la plata viene, pero si no se planifica no hay nada. Tarde o temprano deben desalojar estas personas para reubicarlas en otro sitio para que vivan dignamente”.Este es un punto de quiebre difícil de afrontar y que podría generar un mal mayor, pues los habitantes de La Pista no están dispuestos a renunciar a su tierra usurpada. Los dice Toloza, el líder de la Torre, el primer asentamiento humano que se vio en La Pista.“No, pues a pelear como gato boca arriba, y pelear porque ¿para dónde tiro, para dónde voy?. La Pista es parte de mi vida, porque si en todos estos años no había conseguido estabilizarme y ahora consigo esa estabilidad dentro de este asentamiento, dentro de esta pista, o dentro de esta comunidad, esta es mi vida, para dónde voy, si la lucha y la vida mía es aquí en Colombia”, comenta.Desde el antiguo aeropuerto de Maicao se escucha el eco de miles de pasajeros nuevos que quieren salvarse, son los jóvenes y niños que llegaron como migrantes con sus familias.Ni son de aquí ni son de allá, son los pasajeros que protagonizaron un aterrizaje de emergencia en esta pista de arena, y tal vez sea el último vuelo al que sobrevivan.La hoja de ruta de la paz total
Maicao pasó de la riqueza a la miseria extrema, son otros tiempos. El municipio peninsular de La Guajira se conoció como la autopista para el comercio y el contrabando. Aquí se ancló la comunidad árabe más grande en Colombia. Majestuosa permanece la joya de su corona sagrada, edificada en la década de los 90, la mezquita de Omar Ibn Al-Jattab, una de las más grandes de Latinoamérica, ella es testigo mudo en el tiempo.Vea también: Feria de condecoraciones: Duque le entregó la Orden de Boyacá a amigos y su círculo de poderCon la pujanza económica, Maicao se llenó de forasteros caleños, paisas, costeños, que aterrizaban buscando desplazar la dinastía libanesa. Instalado el chavismo en el vecindario, llego la época de las vacas flacas y un infierno de miseria se trasladó a esta parte de La Guajira. Por oleadas entraron de Paraguachón a Maicao miles de venezolanos y retornados colombianos.Caminando la que fue la pista del aeropuerto San José de Maicao, aquí han venido aterrizando de emergencia miles y miles de venezolanos, también colombianos retornados y de la etnia wayú, hasta convertir esta pista en el mayor asentamiento humano de Latinoamérica.El aeropuerto de Maicao era pujante, recibía unos 11 vuelos semanales entre ellos 2 internacionales, pero la politiquería y la corrupción terminaron cerrándolo. Los barrios vecinos testificaron el derribamiento de su torre de control y hangares en 2013.Los errantes invadieron las calles de Maicao y poco a poco se tomaron la pista. A vuelo de pájaro se calcula que son 10 mil personas las que aterrizaron de emergencia, unas 2.200 familias viven a lo largo de los 1.200 metros que mide la pista de aterrizaje.Al recorrerla se ve una hilera de cambuches a lado y lado fabricados en plástico, maderas atravesadas, llantas y desechos permanecen bajo un cielo cubierto por una maraña de cables de luz, por donde se filtra el sol abrasador que termina estrellándose en la arena ardiente del paisaje guajiroA la media mañana el asentamiento llega a los 40 grados y va subiendo. Los ranchos de plástico parecieran derretirse. Son aproximadamente 12 manzanas en que ellos mismos se han organizado; sin embargo, las condiciones son de total miseria.Le puede interesar: La hoja de ruta de la paz totalEl hedor que emana de las charcas mezcladas con la basura contrasta con los cientos de caritas curiosas de los más de cuatro mil niños que viven en La Pista.Entre la basura, entre los charcos encontramos una familia numerosa sobreviviendo entre montones de basura. Estaban como embutidos en una caja de fósforos, así los vimos aparecer, sudorosos, sedientos y conteniendo el hambre.Nos cuentan que llegaron hace dos años. Las jóvenes están embarazadas. Dicen que compraron el terreno por 60 bolívares y que llegaron a Colombia buscando mejorar su situación, pero que están arrepentidos y solo buscan salir del asentamiento cuanto tengan recursos económicos.Al interior de los ranchos se siente el vaho pesado del hacinamiento humano. Les preguntamos, ¿qué significa para ellos vivir en La Pista? La respuesta es contundente: “No quisiéramos seguir viviendo así con mi familia. Quisiera otra cosa mejor para ellos".Aquí abunda la miseria, los niños, los embarazos, los perros y los burros. Sin embargo, en medio de la basura han podido organizarse y se repartieron por manzanas, cada comunidad tiene su líder. Cada rancho tiene nomenclatura propia.El movimiento diario empieza con los tinteros y sus carritos olorosos a café fresco, las bolsas de pan van colgando al lado de las chucherías para los niños. Así sale Dérmides Toloza el tintero y líder reconocido de la manzana 12, sitio de la antigua la torre de control.Sus primeros clientes son los que lograron guardar del día anterior los dos mil pesos para comprar café y pan que comparten con sus hijos, esta puede ser su única comida del día.El comisionado de Paz marcó los lineamientos para negociar con los grupos alzados en armasLos burritos que tiran las carretas con las canecas del agua son los primeros en salir sobre la pista. Van buscando la que fue la cabecera del aeropuerto donde el camión cisterna los espera para surtirlos.Aquí no existe el agua potable. La gente agradece y bendice a los burreros que la venden. Incansables estos animalitos van y vienen todo el día sobre la plancha de arena. A galope, salen a la pista central los estudiantes para tomar los camiones de trasporte que los carga como racimos para llevarlos a la escuela cercana.Al interior de los ranchos quedan muchos niños que no pudieron ir a estudiar. Como le pasó a los de Yuri Sierra, una venezolana que llegó a la manzana 12, donde levantaron sus ranchos los que viven mejor en casas de desechos de madera y teja. Duermen en colchonetas tiradas en el piso.La temperatura llega a los 45 grados y la casa de Yuri es un horno a punto de estallar, una nube de zancudos ataca sin piedad al que se quede quieto. Las mujeres están angustiadas porque en una sola semana siente menores han caído por dengue hemorrágico.Las cuerdas de luz que caen sobre nuestras cabezas son peligrosas y son “pirateadas”, no las pagan, las roban a los vecinos del asentamiento.Las ollas están vacías y se terminó el gas para cocinar, tienen una llanta vieja de carro en el pequeño solar con piedras de carbón, allí hacen braza cuando cocinan.Los dos últimos hijos de Yuri son mellizos nacidos aquí, son colombianos. Llegaron de Maracaibo, Venezuela hace cuatro años, intentaron vivir en alquiler, pero no pudieron sostenerse. Asegura que tanto los días como las noches son difíciles:“La verdad nosotros aquí pasamos muchas necesidades. A veces quisiera regresarme para Venezuela, pero allá también no se puede vivir, no hay trabajo y la comida también es más cara. Queremos que legalicen los terrenos porque dicen que aquí esto lo van a desocupar", dice.Que los saquen a la fuerza es la gran pesadilla de todos.“Que nos dejen vivir aquí, porque no tenemos adónde ir", señala.Un día a la vez es la fórmula que todos aplican para sobrevivir en la desventura. Ellos son los no futuro de nuestro tiempo. Le preguntamos cómo se imaginaba que terminará el año y cómo se imaginaba que sería la vida para sus cuatro hijos:“Nosotros los ayudamos para que salgan adelante. Me duele decirles que no hay comida", expresa en medio de lágrimas.Por otro camino, encontramos la sede de organizaciones internacionales, ONG y hasta iglesias.Era evidente, aquí están todos los chalecos de ayuda humanitaria, y las infaltables iglesias de diferentes credos. Entonces, ¿por qué no se ven resultados estructurados de salvación para que esta gente tenga una vida digna, la que se merecen y reclaman?Viven entre la basura, con residuos construyen sus ranchos, y sobreviven siendo recicladores. Aquí no importa ser niño, joven, o abuelo. Todos escarban las bolsas de basura de día o de noche sin importar el peligro que corran. Un abuelo hace sus cuentas en la noche mientras escarba una bolsa de desperdicios:"A veces nos va bien, a veces nos va mal. Cuando nos va bien hacemos $40 a 50 mil pesos".¿En un solo día y eso para qué le sirve a usted?"Para la comida, le compro la medicina a mis hijos. Yo tengo un hijo discapacitado", contesta uno de ellos.La vida penitente la soportan 10 mil almas sobre este purgatorio llamado La Pista, están reclamando ser salvados y tener una segunda oportunidad sobre esta tierra peninsular que aún no les pertenece.
Muchos conductores ya no quieren ni manejar por las principales vías de La Guajira debido a los contantes robos cometidos por un grupo identificado por la autoridades llamado como 'Los cazarretenes'. Puede ser de su interés: Como si fueran mercancía: con catálogo ofrecen menores de edad en playas de CartagenaDesde las cuatro de la mañana en la Troncal del Caribe, en Riohacha, salen decenas de carros que funcionan como servicio público informal hacia municipios como Maicao, Manaure y Uribia. Van cargados de personas y maletas. Uno de los conductores, recientemente asaltado, le contó a Noticias Caracol de esa mala experiencia.“Había como cinco manes, me metieron hacia una trocha, me quitaron el carro y todo lo que cargaba, 800 mil pesos, más el producido del carro (...) Tocó pagarle dos millones de pesos por el rescate del automóvil”, declaró este conductor, quien pidió no ser identificado.Sin embargo, este no es el único caso, pues don Domingo Gómez, quien se ganó la vida durante 20 años transportando personas a otros municipios, cuenta que ya no lo hace porque fue asaltado en dos oportunidades y en la última casi pierde la vida.“Me quitaron dinero y el celular y me pidieron que quitara el pasacinta y dijeron 'aquí no hay respeto, ya nos echaron la Policía, vamos a quemar el carro'”, dijo Domingo Gómez.Puede ver: Investigan atentado contra gerente de hospital de Malambo, AtlánticoSegún algunas víctimas, estos delincuentes terrestres aprovechan principalmente cuando los vehículos disminuyen la velocidad, debido a los reductores, y los roban. “Aprovechan ese transcurso que uno disminuye la velocidad y le salen de parte y parte de la vía, por lo general tienen armas largas, fusiles y escopetas y como uno disminuye la velocidad, lo obligan a uno a bajar los vidrios, le abren la cajuela y se roban las pertenencias”, indicó Arturo Pabón, una conductor que fue asaltado cuando conducía de Riohacha hacia Maicao.También lea: Identifican a bebé hallado muerto en playa de Santa MartaLas autoridades han desarticulado varias bandas dedicadas a este tipo de hurtos. Durante los operativos han encontrado armas, cartuchos de fusil, granadas y elementos hurtados.“Se siguen haciendo diligencia de allanamientos por unas actividades investigativas que se están adelantando y la intención es afectar estas estructuras criminales y volver la movilidad a los que utilicen ese eje vial”, afirmó el coronel Gabriel García, comandante de la Policía de La Guajira.Son tantas las denuncias y robos, que la Policía creó el grupo llamado los "cazarretenes", que busca dar con estos delincuentes.“Varios objetos criminales salen tirándole objetos a los conductores y el fin es confundirlos para identificar, individualizar y dar con la captura de estos actores criminales”, señaló un investigador de la Sijin.Estudiantes, trabajadores, conductores y hasta caminantes insisten en que la seguridad debe mejorar en estas vías, pues temen terminar muertos en medio de un robo.
Cientos de venezolanos cruzan la frontera, en La Guajira, en busca de juguetes y artículos de Navidad para llevar a su país, dicen que se le quieren anticipar a la época decembrina.Vehículos cargados de mercancía y la frontera llena de ciudadanos venezolanos pasando hacia Colombia en busca de juguetes y ropa, ese es el panorama que desde ya se vive en esta zona limítrofe entre los dos países.“Arrancamos de una vez con los juguetes que son mucho más económicos acá que allá, allá no se puede comprar nada porque están superelevados", dijo Enis Ortega, una comerciante de juguetes en Venezuela."En este último trimestre del año, muchos venezolanos que están del lado colombiano se regresan a Venezuela para reencontrarse con sus familias", expresó Yoender Hernández, comprador venezolano.Quienes se dedican en Venezuela al comercio de juguetes y otros elementos del hogar, ya están llegando a puntos como Maicao para comprar algunos artículos y revenderlos a mayor precio en la época decembrina del otro lado de la frontera."Ahorita estamos comprando juguetes y preparándonos, estamos guardando para ir a venderlos ahora en la temporada, juguetes, accesorios, correas, cosas así que compramos en los remates", manifestó Andu García, un comerciante de juguetes.Lea además: Fuertes testimonios de niñas que se prostituyen por hambre en la frontera con VenezuelaEl paso de Colombia hacia Venezuela de bicicletas, alimentos y elementos del hogar ha aumentado durante estos últimos meses.“El venezolano está llevando su suministro de primera necesidad, está llevando ropa y juguetes y, desde agosto hasta ahora, ha aumentado el flujo de venezolanos acá", manifestó Ricy Deluque, presidenta de la junta de acción comunal de Paraguachón.Mientras, algunos ingresan a Colombia en busca de comida, otros esperan trabajar en este país y reunir algo de dinero antes de Navidad.
Cinco personas resultaron heridas de gravedad por una fuerte explosión en una zona periférica de Maicao, en La Guajira.Una chispa y la incorrecta manipulación cuando un vehículo le suministraba combustible a otro serían las causas de la emergencia.La fuerte conflagración fue captada por algunas personas desde el casco urbano de Maicao.“Estaban abasteciendo el uno al otro, pero en la manipulación, que no son personas que tienen conocimiento de eso, prendieron una motobomba, se quedaron hablando mientras hacían el tanqueo y las motobombas botan una chispa que se fue corriendo hasta el tanque”, explicó el comandante de bomberos de Maicao, capitán Billy Castro.Los heridos, en medio de gritos, fueron trasladados al hospital local.Los familiares llegaron hasta las afueras del centro asistencial a preguntar por sus allegados, en su mayoría de la etnia wayú.Pero los más graves fueron trasladados en ambulancias hasta un centro asistencial de alta complejidad para quemados en Barranquilla.“Dos pacientes gran quemados con el 98 por ciento de su superficie corporal comprometida, de segundo grado las quemaduras, y tres pacientes con superficie entre el 20 y 30 de su superficie corporal. Los dos pacientes gran quemados se entuban y se suben a cirugía”, dijo sobre los heridos el médico Airton Quintero.Los más graves son hombres, uno de 53 años y otro de 24 años. Un joven de 19 años y otros dos de 27 registran entre el 16 y 24 por ciento del cuerpo quemado.El alcalde de Maicao dijo que no se trató de combustible venezolano y que las investigaciones continúan.“Sucedió llenando unos tanques que, si analizan, se queman unas pipas plásticas que se usan para agua y lo estaban utilizando para el transporte de este combustible para otros municipios de La Guajira”, afirmó Mohamad Dasuki, el mandatario local.Los otros tres pacientes siguen siendo atendidos en el centro asistencial de Maicao y sus condiciones son estables.