Ella, como muchos otros en su condición, demuestra que no hay límites. No solo trabaja en una empresa, sino que lo hace muy bien y es feliz.
Valeria Esperanza González Ávila tiene 26 años y, desde hace tres, se desempeña como auxiliar administrativa en una empresa de arquitectura. Entre sus tareas están el archivar documentos y repartir la correspondencia.
“Soy juiciosa, ordenada y no dejo ni un pelito”, dice.
Ella tiene claras sus cualidades y sus compañeros también. Admiran a la trabajadora y a la gran persona que es.
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“Soy una mujer berraca que va a salir adelante”, recalca.
Como Valeria, la Corporación Síndrome de Down tiene 14 casos de inclusión laboral exitosos en Bogotá.
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“Tenemos chicos que están trabajando como auxiliares administrativos, en el área de prestación de servicios, de atención a usuarios, en bibliotecas, en universidades, en colegios”, resalta Gilma Leonor Velasco Ospina, de la Corporación Síndrome de Down.
Valeria trabaja de lunes a viernes, de 8 de la mañana a 2 de la tarde. El resto del tiempo lo dedica a su familia, así como a aprender a cocinar y nadar.
“Soy una persona feliz”, puntualiza.
Esta historia, hecha a propósito del Día Mundial del Síndrome de Down, nos invita a “no dejar a nadie atrás”.
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