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En la conversación contemporánea sobre sexualidad, hablar del orgasmo femenino sigue siendo, en muchos sentidos, un acto político. A pesar de los avances en educación sexual y de la creciente visibilidad de la salud sexual femenina, aún persisten mitos que simplifican la experiencia del placer a un único modelo o fórmula universal. Para el psicólogo y sexólogo clínico Laurent Marchal Bertrand, especialista en sexualidad humana de la Fundación Universitaria Konrad Lorenz, “no existe una posición perfecta para el orgasmo femenino, ni un orgasmo igual a otro. Cada mujer tiene su propio mapa de placer, determinado tanto por su anatomía como por su historia emocional y su relación con el cuerpo”.
Las posiciones sexuales que facilitan el orgasmo femenino varían enormemente entre mujeres. Según la experta, factores fisiológicos, anatómicos y psicológicos influyen en la respuesta erótica: “Ciertas posturas pueden permitir un contacto más directo con el clítoris o el punto G, pero lo que realmente marca la diferencia es la conexión emocional, la comunicación y la sensación de seguridad con la pareja”.
El cuerpo, explica, no responde igual bajo tensión que bajo relajación. “Cuando una mujer se siente segura y conectada, se activa el sistema nervioso parasimpático, que es el que facilita las respuestas fisiológicas del placer. En cambio, la ansiedad o el miedo pueden bloquearlas por completo”. En ese sentido, la sexualidad femenina no puede entenderse solo desde lo físico. “El orgasmo no se encuentra, se construye”, enfatiza la especialista.
Desde un punto de vista fisiológico, algunas posiciones tienden a favorecer una mayor estimulación del clítoris o del punto G. El clítoris, un órgano con más de 8.000 terminaciones nerviosas, es el centro del placer femenino, y sus estructuras internas rodean parcialmente la entrada vaginal, lo que explica por qué la fricción o la presión sobre la pared anterior de la vagina pueden generar sensaciones placenteras.
Entre las posturas que suelen facilitar esta estimulación, la experta destaca:
Sin embargo, el sexólogo insiste: “El placer no depende solo de la posición, sino de la consciencia corporal, la conexión con la pareja y el ritmo que se construye entre ambos. No hay una fórmula infalible, sino una exploración compartida”.
Desmitificar la “posición ideal” implica también romper con la idea del orgasmo perfecto. Según la especialista, solo dos de cada tres relaciones sexuales culminan en un orgasmo femenino, y cerca del 30% de las mujeres experimentan alguna forma de trastorno orgásmico. “Estas cifras son conservadoras, porque muchas mujeres viven su sexualidad en silencio, sin buscar ayuda o sin siquiera saber que pueden hacerlo”, advierte.
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Para él, el problema no es solo clínico, sino cultural. “Durante siglos, la historia ha invisibilizado el derecho de las mujeres al placer. Por eso, necesitamos una educación sexual que ponga el placer, no solo la prevención o la reproducción, en el centro del discurso”.
En la Fundación Universitaria Konrad Lorenz, el equipo del experto ha adaptado un protocolo terapéutico basado en mindfulness para mujeres con dificultades orgásmicas. “La atención plena ayuda a reconectarse con las sensaciones corporales y a liberar la experiencia sexual de la ansiedad y la autoexigencia. El placer se redescubre, no se fuerza”, explica.
Más allá de las posturas o las estadísticas, el mensaje de fondo es claro: el placer femenino es un territorio de autoconocimiento, comunicación y libertad. “Cada cuerpo tiene su ritmo, su lenguaje y su historia. Explorar la sexualidad desde la curiosidad y no desde la presión social o el rendimiento es la base de una vida sexual plena”, concluye el experto. Así, la verdadera “posición ideal” no se mide por el ángulo del cuerpo, sino por la capacidad de cada mujer de habitar su deseo con libertad, consciencia y placer.
LAURA CAMILA RAMOS CONDE
NOTICIAS CARACOL