

Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
El deseo sexual en pareja es un tema que atraviesa silenciosamente la vida de millones de personas, pero pocas veces se habla de él sin prejuicios. Para muchos, la pérdida de la chispa es interpretada como un fracaso personal o el principio del fin de la relación. Sin embargo, la realidad es mucho más compleja y humana. La monotonía, el exceso de responsabilidades, la llegada de los hijos, los conflictos de pareja o incluso factores biológicos como la menopausia pueden impactar directamente la intimidad.
Así lo explica Laurent Marchal Bertrand, psicólogo y sexólogo clínico colombiano, formado en la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica) y profesor en instituciones como la Fundación Universitaria Konrad Lorenz, la Javeriana y El Bosque. El experto insiste en que la sexualidad debe entenderse no solo como una función biológica, sino como un ámbito profundamente humano, marcado por la cultura, los vínculos y el placer.
“Lo primero es reconocer qué está pasando. No es lo mismo enfrentar la rutina que un cambio hormonal, ni lidiar con la falta de tiempo por la crianza. Cada situación requiere una estrategia distinta”, señala el especialista.
De acuerdo con Marchal, cuando el deseo disminuye, muchas parejas tienden a guardar silencio o a culparse mutuamente. Esta reacción suele agravar el problema. “Si no se habla, se abre espacio a la distancia emocional y a la frustración. Identificar la causa es clave para buscar soluciones efectivas”, explica.
La falta de deseo puede originarse en factores emocionales, como el estrés o los conflictos constantes; en factores contextuales, como el exceso de trabajo o la rutina doméstica; o en factores biológicos, como cambios hormonales en la menopausia o la andropausia. Cada uno exige un abordaje diferente.
Uno de los principales aprendizajes que ofrece la sexología clínica es ampliar la mirada sobre lo erótico. Para Marchal, reducir la sexualidad al acto sexual es empobrecerla.
Publicidad
“El placer también está en los besos prolongados, en las caricias, en conversar sobre fantasías, en jugar y hasta en cambiar de escenario. A veces la clave no está en tener más sexo, sino en vivirlo de manera diferente”, afirma.
El juego erótico, los encuentros fuera de lo habitual, la exploración de juguetes sexuales o incluso el envío de mensajes cómplices a lo largo del día son estrategias sencillas que pueden revitalizar la intimidad.
El deseo en pareja también se alimenta desde lo individual. Según Marchal, cultivar el erotismo propio es esencial para mantener viva la chispa en la relación.
Publicidad
Prácticas como el autoerotismo, la lectura de literatura erótica, el cuidado personal o el autoconocimiento no solo fortalecen la relación con el propio cuerpo, sino que además enriquecen la experiencia compartida. “Si me reconozco y conecto con mi placer, tengo más herramientas para compartirlo con alguien más”, indica el especialista.
Marchal insiste en que la comunicación abierta sigue siendo el recurso más poderoso para sostener el vínculo erótico. Hablar sobre deseos, fantasías, incomodidades y expectativas permite construir confianza y complicidad.
“El erotismo no se limita a la cama. Está en las miradas, en las palabras, en los gestos cotidianos. Incluso en el uso de tecnologías que permiten generar expectativa y novedad. Lo importante es no dar por sentado el deseo, sino cultivarlo día a día”, explica.
Más allá de los aspectos clínicos, Marchal defiende una visión amplia e inclusiva de la sexualidad: “No es solo una función biológica: es historia, cultura, vínculos y placer. Hablar de sexualidad con respeto, sin tabúes ni juicios, es fundamental para vivirla de manera más consciente y plena”.
El sexólogo recuerda que la pérdida del deseo no significa necesariamente el final de una relación, sino una invitación a transformarla. “El deseo no se pierde, se transforma. Y en esa transformación hay oportunidad de reinventarse como pareja”.
Publicidad
En un mundo en el que el sexo sigue rodeado de prejuicios, su mensaje es claro: la sexualidad es parte esencial del bienestar humano y merece ser vivida con apertura, creatividad y complicidad.
En la mayoría de los casos, el deseo no se apaga de un día para otro, sino que es consecuencia de pequeños errores que se repiten en el tiempo. Muchas parejas caen en la monotonía, creyendo que el sexo siempre debe seguir el mismo guion; otras cargan tanto con las responsabilidades diarias que dejan la intimidad al final de la lista. También es frecuente el silencio, evitar hablar de lo que se desea por miedo a incomodar o ser juzgado.
A esto se suma la tendencia a reducir la sexualidad únicamente a la penetración, olvidando que el erotismo puede expresarse en múltiples formas. Y, finalmente, la falta de autocuidado y conexión personal hace que se delegue todo el placer al otro, sin cultivar primero el propio. Reconocer estos errores es el primer paso para transformarlos en oportunidades y recuperar una vida erótica más plena, creativa y consciente.
Aunque muchas parejas logran resolver sus dificultades por sí mismas, hay casos en los que la situación se prolonga y genera sufrimiento. Allí la intervención profesional se convierte en una herramienta clave.
Publicidad
En Colombia, instituciones como la Fundación Universitaria Konrad Lorenz han diseñado protocolos clínicos basados en evidencia científica para tratar el deseo sexual bajo. Estos protocolos integran enfoques clásicos de la sexología clínica con terapias contemporáneas como la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) y el mindfulness.
“La terapia no es un último recurso. Es un espacio para reencontrarse en lo erótico, para explorar nuevas formas de conexión y para derribar mitos que cargamos sobre lo que ‘debería’ ser la sexualidad”, explica Marchal.
LAURA CAMILA RAMOS CONDE
NOTICIA CARACOL