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Lo que era un viaje soñado para Viviana Canro, Nelson Martínez y su pequeño hijo Matías, de tan solo 4 años, terminó en una misteriosa muerte al interior de un hotel de San Andrés. Lo ocurrido con la familia bogotana estremeció a toda Colombia. Séptimo Día investigó este caso.
En compañía de Orlando Canro, padre de Viviana y abuelo del menor, un equipo del programa investigativo de Caracol Televisión viajó a la isla para conocer los pormenores de lo ocurrido en la habitación 404 del hotel Portobelo, en donde se hospedaba la familia que estaba realizando el viaje de sus sueños.
Viviana Canro, estilista bogotana de 42 años, y Nelson Martínez, de 52 años, habían planificado unas vacaciones familiares en el archipiélago de San Andrés. La pareja, que se casó en 2018 y recibió en 2021 a su hijo Matías, consideraba este viaje como un regalo tras años de esfuerzo y sacrificios. Además de ellos tres, también habían logrado ahorrar para invitar a los padres de Viviana: "Ella me dijo ‘yo quiero que mi mamita y mi papito vayan y conozcan el mar’", comentó en Séptimo Día Cecilia Zuluaga, su madre.
El plan era sencillo: que sus padres conocieran el mar de los siete colores y disfrutar de unos días en familia lejos de la rutina. Cuando llegaron al hotel surgieron algunas incomodidades, pues Orlando Canro cuenta que a su hija no le gustó que los dejaran en distintos edificios y, además, el estado de las habitaciones que les asignaron no era de su agrado.
Según audios de WhatsApp enviados por Viviana a una de sus hijas mayores, las instalaciones presentaban olores desagradables y señales de humedad. Ella incluso solicitó un cambio de habitación en el hotel Portobelo, pero su petición no fue atendida de inmediato.
El 10 de julio de 2025, la familia disfrutó de un día de playa, caminatas y planes sencillos. En la noche conversaron sobre lo que harían al día siguiente: alquilar un vehículo para recorrer la isla y conocer más rincones de San Andrés. No presentían siquiera lo que estaba por ocurrir.
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Al siguiente día, en la mañana del 11 de julio, Orlando Canro, padre de Viviana y abuelo del pequeño Matías, trató de comunicarse con su hija sin obtener respuesta, entonces regresó a la habitación en la que se hospedaba con su esposa y ella inmediatamente pensó lo peor: “algo pasó, imposible que no vayan a abrir”. Por eso, alarmados, pidieron al personal del hotel abrir la habitación 404.
Lo que encontraron los marcó de por vida. Según cuenta Orlando, cuando la puerta se abrió, “veo a mi hija ahí en el pasillito ese tiradita en el piso. Yo la vi, Dios mío, se me vino el mundo encima. Cogí una cobija y se la puse encima a ella. Miré a la cama y veo a mi yerno y a mi niño dormiditos ahí juntos. Quedaron juntos dormiditos”. Viviana Canro, su esposo Nelson Martínez y su hijo Matías estaban sin vida.
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En medio del dolor, los padres de Viviana se llenaron de preguntas y pedían a gritos una explicación de lo que había pasado con sus familiares. De tajo se descartó que se tratara de muertes violentas y tampoco había antecedentes médicos que pudieran estar relacionados.
“Tanto alrededor del cuerpo de la femenina como en la parte interna del baño había mucho vómito. Podríamos decir que se trataba de una intoxicación", explicó el mayor Miguel Ángel Martínez, comandante de la Policía de San Andrés.
Séptimo Día conoció el paso a paso de la investigación que inició la Fiscalía, que pronto se concentró en una fumigación realizada el mismo día de las muertes en una habitación ubicada al lado de aquella en la que dormía la familia en el hotel Portobelo. Semanas después de las muertes, Medicina Legal confirmó la causa de las muertes: intoxicación por fosfina, un gas altamente tóxico que se genera a partir del uso de pastillas de fosfuro de aluminio, comúnmente utilizadas en fumigaciones agrícolas a cielo abierto.
De acuerdo con la información entregada por la administración del hotel, en la habitación contigua —la 405— se había autorizado una fumigación para controlar una presunta plaga de chinches. La labor estuvo a cargo de la empresa Livco EU, contratista con amplia trayectoria en la isla, y se realizó pocas horas antes de que la familia se dispusiera a dormir. Según la información entregada por el encargado del procedimiento se había utilizado un químico llamado Demand Duo, sin embargo, luego se identificó que se empleó otra sustancia que terminó siendo letal para la familia bogotana.
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De acuerdo con expertos consultados por Séptimo Día, la fosfina es un producto de categoría uno en la clasificación de toxicidad, lo que significa que nunca debe usarse en ambientes habitados. La inhalación de este gas produce anoxia, es decir, falta de oxígeno en los tejidos, lo que lleva rápidamente a la muerte. La Fiscalía General de la Nación abrió formalmente una investigación por un posible homicidio culposo.
Mientras avanzan las investigaciones, nada apacigua el dolor de los padres de Viviana. “Nosotros vinimos cinco y eso es lo triste, que no volvimos sino dos con vida", relató Orlando en medio del llanto. La familia también ha pedido que el caso sirva de precedente para reforzar la regulación sobre fumigaciones en hoteles y otros espacios cerrados, donde la seguridad de los huéspedes debe ser una prioridad.
Hasta el momento, ni el Ministerio de Salud ni las autoridades locales han dado respuestas sobre las medidas que se tomarán para evitar que una tragedia similar vuelva a ocurrir.
Por su parte, el hotel ha insistido en que cuenta con todos los protocolos de seguridad y ha colaborado con la Fiscalía entregando información y documentos. A su vez, la empresa de fumigación niega haber usado fosfuro de aluminio, a pesar de que el dictamen forense confirma la presencia de fosfina en los cuerpos de las víctimas.