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La puerta se abrió y el mundo se les vino abajo. Orlando Canro y Cecilia Zuluaga, padres de Viviana Canro, jamás imaginaron que sus vacaciones familiares en San Andrés terminarían con la muerte de su hija, su yerno y su nieto de solo cuatro años en julio de 2025. “Cuando la puerta se abrió, veo a mi hija, ahí en el pasillito tiradita en el piso, yo la vi, Dios mío, se me vino el mundo encima”, relató Orlando a Séptimo Día.
Dentro de la habitación 404 del hotel Portobelo, yacían los cuerpos sin vida de Viviana, Nelson Martínez y el pequeño Matías. “Miré a la cama y veo a mi yerno y a mi niño ahí juntos”, recordó. No había sangre, ni señales de violencia. Solo silencio y una escena que los padres no logran borrar.
La frase que Orlando repite con dolor resume el impacto de la tragedia: “Nosotros vinimos cinco y eso es lo triste que solo volvimos sino dos con vida”. La familia había viajado desde Bogotá con la ilusión de conocer el mar de los siete colores. Lo que encontraron fue una tragedia que dejó huellas imborrables.
“Lo más triste nuestra vida”, concluyó el padre de Viviana, aún con la voz quebrada por el recuerdo.
Viviana Canro, estilista de 42 años, y Nelson Martínez, conductor de rutas escolares de 52, vivían en Bosa, al sur de Bogotá. En mayo de 2025, decidieron cumplir un sueño: llevar a los padres de Viviana a conocer el mar. “Ella me dijo, ‘yo quiero que mi mamita y mi papito vayan y conozcan el mar’”, recordó Cecilia.
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Durante un año, la pareja trabajó horas extras para lograr el anhelado paseo. “Ese viaje lo estuvo pagando por cuotas durante 1 año”, relató Orlando. El pequeño Matías también estaba emocionado. El 9 de julio de 2025, la familia llegó feliz a San Andrés.
Viviana y Nelson se conocieron después de haber pasado por matrimonios anteriores. “Yo tenía 8 años y mi hermano tenía 9 años cuando apareció Nelson en nuestras vidas”, recordó Mayerly Hurtado, hija de Viviana. En 2018, decidieron casarse.
“Con ella tuvo una muy buena relación, ella era una excelente mujer. Yo le dije como esta esta sí es”, dijo Carolina Martínez, hija de Nelson. En 2021 nació Matías, el hijo de ambos. “Era la adoración de esta casa. Él llegó a darles mucha felicidad”, dijo una de las hijas.
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Desde la primera noche, Viviana expresó incomodidad con la habitación asignada. “¿Qué le molestó a su hija de esta habitación? El olor. Yo le dije, ‘mamita, el de arriba está peor, sin aseo, sin toalla, sin papel higiénico, sin jabones’. Entonces, mi hija se disgustó también”, relató Orlando.
Viviana llamó a su hija Mayerly desde Bogotá para contarle lo que ocurría. En audios de WhatsApp, expresó su molestia y solicitó el cambio de habitación, pero le dijeron que sería posible al día siguiente.
A pesar del malestar, la familia decidió disfrutar su primer día de playa. En la noche, hicieron planes para recorrer la isla al día siguiente. “Quedamos de que nos levantamos temprano, salíamos, alquilamos un carrito para recorrer la isla”, dijo Orlando.
La mañana del 11 de julio, Orlando bajó a la cafetería, tomó café y lo llevó a la habitación de su hija. Golpeó la puerta, llamó al celular, insistió. Nadie respondió. “Insistí casi 30 veces”, dijo. Preocupado, subió a contarle a su esposa. Cecilia sintió una punzada en el pecho y pidió en recepción que abrieran la puerta.
“Empiezo a gritar que por qué, que me dieran explicación”, afirmó la madre de Viviana. “Yo decía, ‘¿Qué pasó, Dios mío?’ Pero yo no veía nada, yo no vi sangre, yo no vi riña, no vi nada”, dijo Orlando.
Cerca de las 8 a.m., el mayor Miguel Ángel Martínez, comandante de la Policía de San Andrés, llegó al lugar. “La primera hipótesis era si alguien había entrado, los elementos personales se encontraban, pudimos establecer que no se trató de un hurto”, explicó.
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Había rastros de vómito en la habitación. Seis días después, una revisión técnica descartó una fuga de gas.
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El 14 de julio, el hotel Portobelo reveló un dato clave: el día 10 de julio se había realizado una fumigación en la habitación 405, contigua a la 404 donde se hospedaba la familia. El procedimiento se hizo por la posible presencia de chinches. El hotel aseguró haber contratado a una empresa especializada para el control de plagas.
La empresa Livco E.U. fue la encargada de la fumigación. El técnico Michael Garzón reportó haber utilizado un producto llamado Demand Duo. Sin embargo, este no contiene fosfuro de aluminio, el químico que, según la autopsia, causó la muerte.
El 26 de agosto de 2025, Orlando Canro recibió el documento que esperaba con dolor: el informe de la autopsia. “Intoxicación exógena por fosfina, que hicieron una fumigación en el 405 y que se pasó a la otra habitación, esa fue la causa de la muerte”, dijo.
La fosfina es un gas mortal que se produce cuando las pastillas de fosfuro de aluminio entran en contacto con la humedad. Este químico es altamente tóxico y se utiliza para fumigaciones en campos abiertos, no en espacios cerrados como habitaciones de hotel.
El hotel aseguró que el técnico no reportó el uso de fosfuro de aluminio. “Al parecer, esta empresa utilizó un producto de fumigación que no está permitido y un producto que no reportó al hotel haber utilizado”, dijeron voceros del hotel.
El equipo de Séptimo Día buscó al dueño de Livco E.U. para obtener respuestas. “No tengo nada que decir”, fue su única declaración.
La Fiscalía continúa con la investigación por presunto homicidio culposo. La familia de las víctimas espera que pronto se haga una imputación de cargos a los presuntos responsables. Mientras tanto, los padres de Viviana enfrentan el dolor de haber perdido a tres seres queridos en un viaje que debía ser inolvidable.