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El internet es una red informática mundial y descentralizada que conecta millones de dispositivos en todo el mundo. Esta red permite la comunicación y el intercambio de información a través de diversos protocolos y servicios, como el correo electrónico, las redes sociales, las páginas web, entre otras.
El internet se originó como un proyecto militar en los Estados Unidos durante los años 60, con el objetivo de crear una red de comunicación que pudiera resistir ataques y fallos. Desde entonces, ha evolucionado para convertirse en una herramienta esencial en la vida cotidiana, facilitando el acceso a una vasta cantidad de información y recursos.
Una buena conexión a internet es crucial porque permite realizar tareas en línea de manera eficiente y sin interrupciones, lo que es esencial para la productividad en el teletrabajo y la educación en línea. Además, facilita la comunicación fluida a través de videollamadas y mensajería instantánea y, proporciona acceso rápido a una gran cantidad de información y recursos en línea.
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Aunque a menudo se culpa al proveedor del servicio por fallas en el internet, en muchos casos los problemas de conectividad tienen un origen más cercano: los objetos cotidianos que nos rodean. Las señales WiFi, que operan en frecuencias de radio específicas (como 2,4 GHz o 5 GHz), son susceptibles a interferencias físicas y electromagnéticas. El microondas puede ser el principal culpable.
Los microondas son esenciales en la cocina, pero también podrían ser responsables de esas frustrantes caídas de conexión WiFi. Aunque esta idea ha sido ampliamente comentada, el creador de contenido Jessie Carabajal lo confirmó en un experimento, revelando hasta qué punto puede afectar a la calidad del internet en un entorno cotidiano.
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En el video, Carabajal utiliza un portátil conectado a un analizador de espectro electromagnético, un dispositivo diseñado para medir frecuencias de radio y su comportamiento en tiempo real. Con este equipo, el youtuber configuró su red doméstica en la banda de 2,4 GHz, la misma que emplean la mayoría de los routers y hornos microondas. Luego, encendió el microondas sin nada en su interior y comenzó a registrar los datos.
Lo que siguió dejó a muchos sorprendidos: los gráficos del analizador mostraron cómo la potencia de la señal WiFi se desplomaba inmediatamente al activar el electrodoméstico. De tener un ancho de banda de entre 30 y 50 Mbps en ciertos canales, este cayó a solo 6-7 Mbps, una disminución drástica que incluso, en algunos casos, redujo la conectividad a 0 Mbps.
La razón de este fenómeno radica en que tanto los routers como los microondas operan en la misma banda de frecuencia: 2,4 GHz. Sin embargo, aunque ambos dispositivos utilizan ondas electromagnéticas, lo hacen con intensidades muy diferentes. Un microondas, por ejemplo, emite ondas de hasta 1.000 vatios de potencia, diseñadas específicamente para calentar alimentos. Por otro lado, un router utiliza solo 100 milivatios para transmitir datos de internet, lo que lo hace mucho más vulnerable a cualquier interferencia.
Los microondas están diseñados para contener esta radiación mediante una "jaula de Faraday", una estructura metálica que impide que las ondas escapen. Sin embargo, este mecanismo no es perfecto. Según Carabajal, pequeñas filtraciones pueden ocurrir, especialmente a través de la puerta del aparato, lo suficiente para causar interferencias significativas en dispositivos que operen cerca y en la misma banda de frecuencia.
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En el experimento, Carabajal utilizó un microondas sin contenido en su interior, lo que maximiza la emisión de ondas. Si hubiera colocado alimentos o líquidos dentro, es probable que el impacto hubiera sido menor, ya que las ondas habrían sido absorbidas parcialmente en lugar de reflejarse y propagarse hacia el exterior. Aun así, la demostración es clara: la proximidad entre un microondas y un router, así como su operación simultánea, pueden tener efectos negativos en la calidad de la conexión.