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Han pasado más de 15 años desde que Plants vs. Zombies se tomó las pantallas táctiles del mundo y demostró que los juegos móviles podían ser más que pasatiempos simples. Replanted llega para recordarnos por qué aquel experimento de PopCap Games se convirtió en una joya inolvidable. Esta nueva versión —disponible en Nintendo Switch 1 y 2, además de otras plataformas— no pretende reinventar la fórmula, sino pulirla, celebrarla y replantarla para una nueva generación de jugadores.
El resultado es una mezcla deliciosa de nostalgia y novedad. Plants vs. Zombies: Replanted mantiene la esencia del original, pero con gráficos renovados, animaciones más fluidas, nuevos modos y un sistema de control mejor adaptado a los tiempos modernos. Es un regreso fiel, pero con la madurez de quien ha crecido viendo cómo el mundo del gaming cambió a su alrededor.
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El corazón del juego sigue siendo el mismo: un tower defense sencillo, adictivo y muy bien balanceado. En un tablero de cinco por nueve casillas, el jugador debe impedir que los zombis crucen el jardín y lleguen a la casa. Para lograrlo, se plantan unidades defensivas y ofensivas que funcionan como pequeños soldados vegetales, cada uno con habilidades únicas.
El sistema de recursos, basado en la recolección de luz solar, sigue siendo brillante en su simplicidad. Los girasoles producen energía, los guisantes disparan desde la distancia, las papas explotan, y las plantas carnívoras devoran enemigos de un bocado. Cada partida dura entre tres y cinco minutos, con oleadas cada vez más intensas y un ritmo que te atrapa sin darte cuenta.
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La adición de un botón de velocidad ajustable hasta 2.5x cambia completamente la experiencia. Es una mejora pequeña, pero transforma el flujo del juego. Permite acelerar las fases iniciales, ralentizar momentos críticos y disfrutar del caos final con una precisión que el original no ofrecía. Este simple detalle hace que Replanted se sienta más dinámico, moderno y menos repetitivo.
La campaña principal conserva los diferentes escenarios del original, pero los actualiza con efectos visuales más nítidos y animaciones revisadas. Los niveles nocturnos, por ejemplo, obligan a usar plantas más baratas que no dependen de la luz solar, lo que cambia por completo la estrategia. En los mapas con piscinas, es necesario colocar nenúfares antes de plantar otras unidades, mientras zombis con flotadores y trajes de buzo intentan abrirse paso bajo el agua.
Las tumbas, obstáculos y zombis con escudos improvisados añaden ese toque de variedad que siempre mantuvo viva la experiencia. Y cuando el jugador empieza a sentir que domina el campo, Replanted introduce minijuegos y modos de rompecabezas que funcionan como un descanso sin romper la inmersión: bowling con papas, martillazos tipo whack-a-mole o niveles donde las plantas llegan en cinta transportadora. Todo sigue siendo encantadoramente absurdo y divertido.
El paquete de contenido en Replanted es generoso. Además de la campaña, hay una gran cantidad de modos adicionales —puzles, supervivencia, minijuegos clásicos— y nuevos retos pensados para quienes ya dominan la estrategia del jardín. La curva de dificultad sigue siendo amable, pero el juego premia la experimentación y castiga la pereza.
También regresan los modos cooperativo y versus, que por años fueron exclusivos de consolas como Xbox 360 y PlayStation 3. En cooperativo, dos jugadores comparten la responsabilidad de defender el jardín, lo que requiere comunicación y sincronía constante. En versus, uno asume el rol de las plantas y el otro de los zombis, creando partidas tensas y caóticas. Es una inclusión valiosa que amplía las formas de disfrutar el juego, aunque su ausencia de modo online se siente como una oportunidad desperdiciada.
En Switch 2, Plants vs. Zombies: Replanted brilla por su versatilidad. Se puede jugar con control tradicional, pantalla táctil o usando el Joy-Con derecho como un puntero tipo “mouse”. Este último método resulta especialmente cómodo: apuntar, plantar y recoger soles es tan rápido y natural como en el móvil o el PC.
El control estándar, aunque funcional, es menos preciso. A veces los jugadores terminan colocando una planta en el lugar equivocado o tardan demasiado en seleccionar la semilla adecuada con los gatillos. En un título que exige reflejos y precisión, eso puede ser frustrante, pero no llega a arruinar la experiencia.
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El rendimiento general es estable, con tiempos de carga mínimos y animaciones suaves incluso durante las oleadas más intensas. PopCap también incorporó un selector de niveles —tomado de las versiones móviles— que permite repetir etapas sin necesidad de crear nuevos perfiles, una mejora de calidad de vida muy agradecida.
Si bien el apartado visual recibió un lavado de cara completo, el sonido no corre con la misma suerte. La compositora original, Laura Shigihara, no participó en esta versión, y su ausencia se nota. La banda sonora sigue siendo reconocible, pero la dirección sonora cambió su intensidad. Antes, la música se iba construyendo poco a poco hasta alcanzar un clímax cuando llegaban las hordas. Ahora, en Replanted, muchas fases solo reproducen la melodía de “horda” desde el inicio, rompiendo el encanto progresivo del original.
Además, los niveles nocturnos pierden gran parte de su atmósfera: la música calma no logra acompañar la tensión de decenas de zombis rompiendo tu defensa. No es un fallo grave, pero sí un recordatorio de que la nostalgia sonora también necesita cariño.
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Más allá de las mejoras técnicas, Plants vs. Zombies: Replanted es un homenaje a una época donde los juegos eran sencillos, completos y sin microtransacciones invasivas. Antes de que los free-to-play y las monedas virtuales dominaran los catálogos móviles, PopCap ofrecía títulos accesibles, creativos y adictivos. Este remake respeta ese espíritu: pagar una vez y disfrutar sin interrupciones.
Y aunque algunos menús y elementos de la interfaz del original se sienten anticuados —incluso un poco toscos—, el encanto sigue intacto. Es una cápsula del tiempo bien cuidada, que nos hace sonreír mientras plantamos girasoles y resistimos el apocalipsis zombi con ritmo tropical.
Plants vs. Zombies: Replanted no busca reinventar la rueda, sino asegurar que siga girando. Es el mejor punto de entrada posible para nuevos jugadores y una carta de amor para quienes crecieron con PopCap. Sus pequeños defectos —como la falta de juego en línea o ciertos detalles visuales y sonoros— no opacan la calidad general del paquete.
En tiempos donde muchos remakes abusan de la nostalgia o añaden contenido irrelevante, Replanted logra algo valioso: revivir el pasado sin traicionarlo. Es el jardín que todos recordamos, solo que ahora florece con un poco más de color y una capa de cuidado moderno.
Para los veteranos, es un viaje de regreso a los días de DS, iPhone y tardes enteras esquivando zombis. Para los nuevos, es una lección de diseño clásico: simple, divertido y profundamente satisfactorio. En ambos casos, vale la pena volver a plantar.
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