Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
El ROG Xbox Ally llega como el resultado de una colaboración que pocos veían venir: ASUS y Xbox uniendo fuerzas para crear una consola portátil con alma de PC. Sobre el papel, suena como una idea ganadora: toda la potencia de Windows 11, acceso a Game Pass, soporte para múltiples plataformas y un diseño inspirado en los mandos de Xbox. Pero cuando uno la tiene en las manos, la historia cambia.
La versión que probamos, la ROG Xbox Ally base, es el modelo más económico de la familia —por debajo del Xbox Ally X— y aunque mantiene la promesa de ser una “consola de bolsillo para gamers de PC”, también hereda varios problemas que le impiden brillar como debería.
El dispositivo es atractivo, ligero y cómodo, pero está lejos de ser la revolución portátil que muchos esperaban. Más bien, se siente como un experimento interesante, una prueba de concepto que mezcla lo mejor y lo más frustrante de los mundos Xbox y Windows.
A simple vista, el ROG Xbox Ally luce premium. Su cuerpo de 11,42 pulgadas combina curvas más suaves que la versión original de ASUS con un aire totalmente Xbox: los joysticks, gatillos y botones ABXY evocan al control de la Series X, aunque con materiales y sensaciones distintas.
El resultado visual es excelente, pero en lo táctil la historia cambia. Los gatillos con efecto Hall ofrecen buena precisión, pero los botones se sienten más frágiles y el D-pad es demasiado blando para juegos que exigen movimientos rápidos. Después de varias horas, uno empieza a notar una diferencia clara respecto al control de una consola tradicional: la sensación de durabilidad no es la misma.
Eso sí, el peso de apenas 670 gramos lo hace cómodo para sesiones largas, y el agarre es adecuado incluso para manos grandes. La distribución de los botones es intuitiva, y los dos botones traseros programables son un gran acierto, sobre todo para shooters o juegos de acción.
El panel IPS de 7 pulgadas es uno de los mejores argumentos del Ally. Con resolución 1080p a 120 Hz, tecnología FreeSync Premium, 500 nits de brillo y protección Gorilla Glass Victus, entrega una imagen fluida, vibrante y con gran nitidez, incluso al aire libre.
Publicidad
Sin embargo, hay un detalle molesto: el acabado brillante convierte la pantalla en un imán de huellas. Da igual cuántas veces limpies tus manos; siempre termina con marcas. Es un pequeño sacrificio que se vuelve constante, sobre todo si usas mucho la interfaz táctil de Windows 11 para navegar entre menús o escribir contraseñas.
Aun así, el color y contraste son sólidos. No llega al nivel de una pantalla OLED —como la del Steam Deck OLED o la Switch 2—, pero mantiene buena visibilidad y precisión de color, ideal para ver contenido o jugar títulos con estética animada como Hi-Fi Rush o Hollow Knight: Silksong.
El ROG Xbox Ally base integra un procesador AMD Ryzen Z2 A, una APU de cuatro núcleos y ocho hilos con gráficos Radeon integrados. Está acompañado por 16 GB de RAM LPDDR5 y 512 GB de almacenamiento SSD NVMe, lo que suena bien para un equipo portátil.
Publicidad
Pero en la práctica, su desempeño varía drásticamente dependiendo del tipo de juego. Títulos ligeros como Silksong o Ball X Pit corren a 120 fps estables, incluso con los gráficos al máximo. Pero cuando entramos al terreno de los AAA, la experiencia se desmorona.
Final Fantasy XVI, Borderlands 4 o Battlefield 6 se ven bonitos a 1080p, pero el rendimiento rara vez supera los 30 fps, incluso en calidad baja. A 720p la fluidez mejora, aunque los bajones de cuadro siguen apareciendo. Y lo peor es que el Command Center, la app de monitoreo, dejó de funcionar durante las pruebas, así que medir los fps con precisión se volvió imposible.
A su favor, el sistema permite usar Cloud Gaming y Remote Play, lo que abre una alternativa para jugar títulos exigentes sin depender tanto del hardware. De hecho, en pruebas con Game Pass, la transmisión fue sorprendentemente fluida, mostrando que el futuro de este dispositivo podría estar más en la nube que en su procesador.
Pocas veces el sonido destaca tanto en una portátil. Los altavoces duales con Smart Amp y Dolby Atmos ofrecen un audio limpio, con separación clara de frecuencias. No hay graves potentes, pero los medios están tan bien ajustados que se distinguen explosiones, disparos y pasos con precisión.
El jack de 3.5 mm también se agradece, especialmente para quienes prefieren audífonos con cable o necesitan baja latencia. Y en cuanto a conectividad, los dos puertos USB-C 3.2 Gen 2 y el lector microSD UHS-II amplían mucho sus posibilidades, permitiendo conectar monitores, docks o incluso discos externos.
Publicidad
La conectividad Wi-Fi 6E y Bluetooth 5.2 garantizan buena estabilidad para jugar en línea o emparejar mandos adicionales, algo esencial cuando el Ally se usa como mini PC conectado a una TV.
El sistema operativo es un arma de doble filo. Tener Windows 11 Home da libertad total: puedes instalar Steam, Epic, Ubisoft Connect, EA App o incluso Netflix y Spotify. Pero esa misma libertad lo convierte en un dolor de cabeza para quienes buscan una experiencia simple tipo consola.
La interfaz no está optimizada para pantallas táctiles pequeñas y navegar con los sticks o el D-pad es frustrante. A veces el botón de Xbox no responde, obligando a usar el táctil, y el sistema presenta bugs que requieren reinicios forzados. Incluso la pantalla de PIN puede quedar bloqueada si se enciende el equipo demasiado rápido.
Publicidad
Además, los molestos anuncios de Game Pass o Microsoft 365 que aparecen en la interfaz rompen la experiencia. Es un recordatorio de que, más que una consola, este es un PC disfrazado de portátil gamer.
La batería de 60 Wh ofrece entre 2 y 12 horas dependiendo del uso. En juegos exigentes, la realidad está más cerca de las dos horas, pero al hacer streaming o tareas ligeras puede durar hasta diez. El cargador USB-C de 65 W permite cargar rápido, y aunque el equipo se calienta, el sistema de refrigeración mantiene temperaturas seguras.
En transporte o viajes, su peso y tamaño lo hacen ideal, pero sin conexión Wi-Fi sufre: configurar juegos offline es un proceso enredado, algo que contradice la idea de “llevar tu Xbox a cualquier parte”.
El ROG Xbox Ally es un intento valiente de mezclar lo mejor de dos mundos: la accesibilidad de Xbox y la potencia abierta del PC. Pero termina siendo un producto de nicho, más pensado para curiosos tecnológicos que para el jugador promedio.
Como portátil de entrada al universo del gaming en PC, es una opción sólida: cómoda, versátil y con una pantalla excelente. Pero como “consola Xbox portátil”, no cumple del todo. Los problemas de interfaz, el rendimiento limitado y el enfoque demasiado técnico lo alejan de la experiencia plug-and-play que muchos esperaban.
El ROG Xbox Ally es ideal para quien quiere experimentar el mundo del gaming portátil en PC sin pagar una fortuna o para quienes disfrutan cacharrear con configuraciones y emuladores. Pero si buscas una experiencia simple, estable y optimizada, la Switch 2 o el Steam Deck OLED siguen siendo las mejores opciones.
Publicidad
¡Volker únete a nuestra comunidad y vive la emoción de nuestros contenidos exclusivos! Síguenos en Instagram, Facebook, Youtube, Tiktok y WhatsApp para no perderte ni un solo detalle de nuestras últimas noticias, eventos y sorpresas especiales.