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Por años, Sega ha intentado competirle a Mario Kart sin dar con la fórmula ideal. Pero Sonic Racing: CrossWorlds logra finalmente lo que parecía imposible: crear un juego de karts que no solo se siente fiel al espíritu del erizo azul, sino que también se sostiene por mérito propio. Rápido, técnico, visualmente vibrante y con una energía arcade que recuerda los días de gloria de Out Run y Daytona USA, este título demuestra que el género puede tener más de un rey.
En PlayStation 5, CrossWorlds brilla con potencia. La velocidad, los reflejos, las luces de neón y los efectos visuales se funden en una experiencia que, por momentos, parece más un espectáculo que una simple carrera. Pero, como buen juego de Sonic, no se trata solo de ir rápido: aquí la precisión, la estrategia y la personalización marcan la diferencia entre cruzar primero la meta o quedar atrapado en el caos del pelotón.
La gran virtud de CrossWorlds es que entiende qué hace divertido a un buen juego de karts. La sensación de control es impecable: cada derrape se siente justo, cada salto tiene su ritmo, y el impulso del turbo responde con precisión. A diferencia de entregas anteriores, los distintos tipos de vehículos aquí importan de verdad. Hay clases más pesadas que te permiten golpear y abrir camino, otras más ágiles que se cuelan por atajos imposibles, y las enfocadas en velocidad pura, que premian la técnica y el riesgo.
Lo interesante es que ningún tipo de vehículo se siente inútil. Todos tienen una razón de ser y, sobre todo, invitan a experimentar. Esa variedad hace que cada partida sea distinta y que los jugadores busquen la configuración que más se adapte a su estilo. Además, el sistema de Gadgets introduce una capa extra de estrategia: pequeñas mejoras pasivas que alteran la experiencia de carrera, como aumentar la frecuencia de ciertos ítems o reducir el tiempo de animación en los trucos aéreos.
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En CrossWorlds se siente esa esencia Sega: pura energía arcade, jugabilidad rápida y recompensas constantes. No intenta reinventar la rueda, pero pule hasta el brillo lo que ya funciona.
El concepto de los “CrossWorlds” es el gran gancho del juego. En lugar de limitarse a un solo tipo de pista, las carreras pueden saltar entre distintos mundos dentro de una misma competencia. Un segundo estás en el Radical Highway de Sonic Adventure 2, y al siguiente caes en un tramo acuático del Water Palace de Sonic Rush. Esa transición entre mundos no solo es visualmente impresionante, sino que cambia dinámicamente el ritmo de la carrera.
El resultado son pistas con múltiples rutas, atajos y terrenos que mantienen la emoción de principio a fin. Además, la alternancia entre tierra, agua y aire mantiene el ritmo vertiginoso y da lugar a momentos realmente espectaculares. Incluso cuando crees dominar una pista, siempre hay un nuevo atajo o una estrategia que probar.
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Si bien el juego no incluye un modo historia —una ausencia que algunos extrañarán—, el contenido es robusto. El modo Grand Prix cumple con lo esperado, mientras que Race Park propone desafíos alternativos, como golpear enemigos o trabajar en equipo para acumular puntos. Son modos secundarios que refrescan la experiencia y ofrecen recompensas útiles para mejorar tus vehículos.
En lo técnico, la versión de PlayStation 5 es un deleite. Sonic Racing: CrossWorlds corre a 60 fotogramas por segundo estables, con tiempos de carga mínimos y una fidelidad visual que no tiene nada que envidiarle a Mario Kart World. Los reflejos, las explosiones y el diseño de escenarios transmiten esa estética entre futurista y retro que define al universo de Sonic.
El trabajo de sonido merece mención aparte. La banda sonora está repleta de energía, mezclando guitarras eléctricas, sintetizadores y voces que acompañan el frenesí de cada carrera. Desde el tema principal, interpretado por James Bourne, hasta los temas específicos de cada pista, todo suena con una potencia que invita a subir el volumen. Es el tipo de música que te hace sonreír incluso cuando te lanzan un proyectil justo antes de la meta.
El diseño sonoro también cumple con precisión milimétrica: el rugido de los motores, el zumbido de los turbos, el característico “cling” de los anillos y las reacciones de los personajes crean un ambiente envolvente y caótico, pero perfectamente controlado.
Es imposible hablar de Sonic Racing: CrossWorlds sin mencionar a su eterno rival. Y lo curioso es que Sega no busca esconderlo; lo abraza. En muchos sentidos, CrossWorlds toma prestadas las mejores ideas de Mario Kart, pero las combina con el ADN propio del erizo azul. No hay miedo en admitir que el juego se inspira en su competidor directo, pero también es lo suficientemente audaz para aportar su propio sello.
Las carreras son más rápidas, las curvas más amplias y los derrapes más agresivos. Mientras Mario Kart World apuesta por la precisión y la física detallada, CrossWorlds prefiere la velocidad pura y el espectáculo visual. Es una diferencia de estilo más que de calidad. Nintendo sigue teniendo la corona en diseño de pistas, pero Sega brilla en ritmo y emoción.
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Donde CrossWorlds realmente marca la diferencia es en su sistema de personalización. En lugar de simplemente escoger un personaje y un vehículo, el juego te invita a crear combinaciones únicas entre pilotos, partes, gadgets y clases. Esto le da una profundidad inusual al género y convierte cada victoria en un reflejo de tu estilo de juego.
Más allá de la competencia directa, Sonic Racing: CrossWorlds tiene algo que muchos juegos modernos han perdido: identidad. Este título destila nostalgia, pero sin vivir de ella. Recupera la esencia de los juegos de carreras arcade de Sega, con esa mezcla de velocidad desmedida, color explosivo y música que parece sacada de un salón recreativo japonés de los noventa.
Incluso los cameos y referencias, como la presencia de Hatsune Miku o los escenarios inspirados en clásicos de la franquicia, se sienten naturales, no forzados. Todo tiene el tono desenfadado y divertido que caracteriza a Sonic y compañía.
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El modo multijugador online, además, funciona a la perfección. Las partidas mantienen la fluidez del modo local y permiten conectar con jugadores de otras plataformas gracias al crossplay, lo que extiende enormemente su vida útil. En partidas de ocho jugadores, el caos es absoluto, pero también tremendamente divertido.
Aunque CrossWorlds podría beneficiarse de más contenido narrativo o una campaña con cinemáticas, lo que ofrece es más que suficiente para considerarlo un referente moderno del género. Sega confirmó que llegarán pistas y personajes adicionales como DLC, incluyendo colaboraciones con Sonic Prime, y aunque el primer lote no es especialmente memorable, sienta las bases de un ecosistema vivo que puede seguir creciendo.
Lo más importante es que este juego devuelve la confianza en Sonic como marca. Después de años de tropiezos y altibajos, Sega logra un equilibrio perfecto entre nostalgia y modernidad. CrossWorlds no solo es una gran experiencia de carreras, sino una declaración de que Sonic volvió a ser sinónimo de calidad.
Sonic Racing: CrossWorlds no intenta destronar a Mario Kart; lo desafía con respeto. Es rápido, divertido, accesible y visualmente impresionante, con una jugabilidad tan pulida que dan ganas de seguir corriendo solo por el placer de dominar cada curva. En PlayStation 5, el rendimiento impecable y el acabado técnico lo convierten en la mejor versión posible del juego.
Para los fans de Sonic, es una celebración. Para los amantes de los juegos de karts, es una alternativa real al trono de Nintendo. Y para el resto, una sorpresa de esas que recuerdan por qué los videojuegos son, ante todo, diversión pura.
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