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Cada día, miles de personas en Bogotá deciden colarse en Transmilenio. La escena se repite en distintas estaciones: usuarios que aprovechan puertas abiertas, saltan barrotes o evitan el torniquete. El resultado es claro: según cifras oficiales, el 13,9 % de los viajes se realizan sin pagar, lo que equivale a unas 278.000 evasiones diarias y cerca de 8,3 millones al mes.
En un recorrido realizado por la estación Distrito Graffiti, en la troncal Américas, el fenómeno quedó en evidencia. En apenas 11 minutos, más de nueve personas ingresaron sin pagar. Algunos lo justifican con la situación económica. “El mínimo no alcanza, la plata no alcanza”, dijo un hombre mientras reconocía que la costumbre también influye. Otra usuaria fue más directa: “Muy buena pregunta, no lo sé. Ya es la costumbre”.
Otros, en cambio, rechazan la práctica. “Yo nunca he dejado de pagar un pasaje. Prefiero pedir prestado. Además, arriesgan sus vidas y no se dan cuenta de eso”, comentó una pasajera.
El problema no se limita a las finanzas del sistema. La evasión también ha provocado accidentes. En un video de las cámaras de seguridad se observa a una mujer que, intentando cruzar la vía para evitar el pago, obligó a un bus a frenar de emergencia. Dentro del articulado, un pasajero salió expulsado y sufrió un fuerte golpe.
“Además de arriesgarse ellos, ponen en peligro a quienes van dentro del bus”, señalaron las autoridades.
Transmilenio ha intentado contener la situación con nuevas puertas antievasores y el uso de inteligencia artificial. “Monitoreamos cerca de 2.000 cámaras y usamos IA para contar e identificar las modalidades de evasión”, explicó Natalia Tinjacá, directora de seguridad del sistema.
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Sin embargo, reconoce una limitación: “La Ley de Habeas Data no nos permite guardar datos biométricos de los evasores para sancionarlos. Solo podemos hacer conteos y desplegar equipos preventivos”.
Tinjacá insistió en que el sistema es público y uno de los más económicos del país: “Con un solo pasaje de 3.200 pesos, los usuarios pueden hacer transbordos durante dos horas y cinco minutos sin costo adicional. También existe el TransVIPass para viajes más baratos”.
Más allá del costo, el fenómeno parece estar arraigado en un hábito social. “La cultura del no pago se ha instalado por mitos de que el sistema es privado o deficiente. Pero la realidad es que el 86 % de los usuarios sí paga su pasaje”, agregó Tinjacá.
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Para enfrentar el problema, Transmilenio prepara nuevas medidas como barreras piso a techo en estaciones críticas y solicita apoyo legislativo para que las multas sean más severas. “Necesitamos que las sanciones tengan un verdadero efecto. Mientras tanto, seguiremos trabajando en reforzar la cultura del pago y en ofrecer mejores condiciones de servicio”, concluyó la funcionaria.
El panorama, sin embargo, muestra que el reto va más allá de infraestructura y sanciones: sin un cambio en la cultura ciudadana, la evasión seguirá siendo una herida abierta en el corazón del transporte bogotano.
LAURA CAMILA RAMOS CONDE
NOTICIAS CARACOL
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