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Borja, el ángel que llegó al verde cargado de goles

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Foto: Miguel Ángel Borja marcó cinco goles con Nacional en la Copa Libertadores. AFP

Miguel Ángel Borja mide 183 centímetros, pesa 83 kilos, algunos le dicen ‘el tanque’ y es el terror de las defensas.

Pero en la casa de sus padres Nicolasa Hernández y José María Borja en el barrio Escolar, el “más grande y hermoso” de Tierralta (Córdoba), dice, él sigue siendo el niño, el pequeño de sus viejos y de los 12 hermanos que le superan en edad.

Antes de llegar a Atlético Nacional, a ellos, a sus vecinos, a sus amigos y a los cerca de 100 mil tierraltenses, les quería llevar el botín de oro del futbol colombiano. “Sería algo histórico, el pueblo siempre ha estado marcado por la violencia, ese botín le va a dar muchas alegrías” asegura Miguel Ángel.

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Sin embargo, Miguel Ángel siguió de largoy, pues cumplió siendo goleador de la Liga colombiana, y acaba de entregarles un título sin igual: la Copa Libertadores de América.

Miguel Ángel es un crack acostumbrado a vestirse de héroe y también de verdugo.

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Lo hizo el 16 de noviembre de 2014, cuando defendía la camisa 19 de Olimpo de Bahía Blanca (Argentina). Le sacó jugo a un error de un defensa de River Plate, y con un derechazo que terminó en el ángulo izquierdo del arco defendido por Marcelo Barovero, puso a temblar el liderato del equipo millonario en el torneo gaucho.

“Son los que uno siempre recuerda. En Argentina le hice a Lanús, pero el que le anoté a River es el que más recuerdo. Si ellos le ganaban a Olimpo eran casi campeones. Y hacerle gol a un arquero tan histórico como Barovero es una bendición de Dios”, recuerda, y enfatiza: “siempre estoy exaltando el nombre de Dios, él es fundamental en mi carrera”.

Aunque estos goles son apenas el comienzo de una gran historia.

El 27 de julio quedará marcado en la memoria de Miguel Ángel como el día que le dio a Colombia su tercera Copa Libertadores, la segunda Atlético Nacional y el día que se clavó en el corazón de los millones de seguidores verdolagas.

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El ‘tanque’, que sólo necesitó cuatro encuentros de la Copa para marcar cinco goles, no le falla a la red contraria y tampoco a Dios.

Su devoción, cuenta, nació porque “uno a veces es rebelde, mal educado, y eso no lleva a nada”. De ahí su cercanía a la música de la agrupación rapera Redimi2 y al vallenato de Eduardo Morelos, quienes le cantan exclusivamente a Dios. “Ellos edifican, le ayudan mucho a uno”, asegura Miguel Ángel.

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Miguel Ángel es considerado por los expertos como una especie de revelación en el fútbol colombiano.

Este jugador diestro, que admiraba al Pibe Valderrama por sus jugadas y su melena, y que analiza videos de los mejores momentos de Falcao García para aprender de él, y que sigue los pasos de Jackson Martínez, sueña con regresar a jugar al fútbol europeo, donde ya estuvo una vez.

Por ahora, espera disfrutar este título continental con Nacional, como lo hace cuando saborea las mejores empanadas, las que cocina su mamá Nicolasa, pues las extraña igual que los picaos que jugó en la cancha del Escolar, un espacio que a pesar de tener más arenilla que grama cuenta “con el mejor drenaje: la casa de unos vecinos que queda en el tiro de esquina y a donde fue a parar por años la lluvia” que azota en temporada invernal a Tierralta, municipio del Alto Sinú.

“Pobres, tuvieron que hacer un canal porque toda el agua iba a parar allá”, explica Miguel Ángel entre risas.

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