En Cabrera, Cundinamarca, se realizó un acto para visibilizar los efectos de la guerra que afectó a campesinos. Relatos de dolor y arrepentimiento.
"Ese día recuerdo que a las cuatro y media de la mañana en mi casa me llamaron, que subiera a la comunidad de Belén que mi hija estaba herida". Este es relato de Luz Marina Cuchumbe, una campesina víctima del conflicto armado cuya vida cambió dramáticamente el 8 de enero de 2006. Su hija de 16 años fue asesinada en el Cauca.
En hechos todavía confusos, a la menor la tildaron de guerrillera, aunque en realidad hoy es una víctima más de las atrocidades del campo, por los problemas de la tierra, el control de la propiedad y su uso.
"Destruyeron mi vida y destruyeron el amor de una madre y una familia, desunieron y dejaron en un comedor, una silla vacía que sigue esperando ser llenada, que sigue esperando esa verdad del Estado colombiano", lamenta Luz Marina.
La de Eleazar Moreno es otra historia. Dice que pasó de campesino víctima, a combatiente victimario. Hoy pide perdón y asegura estar arrepentido de sus actos: "el escenario ha sido muy duro para nosotros, eso no lo sabe el país, eso está en muchas grabaciones de cientos de horas en Justicia y Paz de todo lo que hemos contado, de todos los implicados en el conflicto".
Eleazar es desplazado de una región de Villagómez, Cundinamarca. Terminó, por allá en el 98, en San Martín, Meta, como parte del bloque Centauros conocido después como Héroes del Llano y, finalmente, como autodefensas.
Se desmovilizó en el 2006 y pagó condena en la picota. Ese pasado, del que dice arrepentirse, es todavía causa de cuestionamientos permanentes, incluso por su familia y principalmente por sus hijos, que todavía le reclaman abandono. Cuenta que a diario carga con el estigma de combatiente. Sabe que hizo daño y explica que detrás de la ilegalidad siempre hay una tragedia humana y relató varias que conoció.
Estos y otros testimonios de víctimas y victimarios se enfrentaron en pleno corazón del Sumapaz, zona de reserva campesina.
"Siempre cuando se busca la verdad uno parte de los dolores profundos, de los sufrimientos inmensos, en este caso de la forma como los campesinos, en formas tan difíciles y tan duras, fueron golpeados, destruidos, tierras arrebatadas, desplazados, minas antipersonas alrededores de las escuelas", dice el padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad.
pero siempre hay preguntas que van más allá. El acuerdo de paz, particularmente la parte agraria, señala de Roux, es indispensable para que exista la paz en Colombia.
Hoy hay un campesinado ansioso de reconciliación, pero también de una reforma rural integral.