Antes de llegar a Necoclí, los migrantes tienen una primera parada en la Terminal del Norte de Medellín. Con cambuches improvisados, en sillas, encima de sus maletas y hasta en el piso tienen que pasar la noche cuando ya no hay cupo en los buses que los transportan al Urabá.
“Cuando llegan de manera clandestina y de pronto no encuentran el transporte, aquí les toca amanecer”, señala Samir Echeverri, director ejecutivo de Utrans.
No quisieron hablar públicamente, pero su drama lo relata Janeth, una vendedora de dulces que ha sido testigo de la odisea que viven para buscar algo de comer sin gastar el poco dinero que tienen.
“Ellos buscan más que todo comidas sólidas, que de pronto puedan aguantar, que puedan aguantar bastante. A veces que ni tienen para comer se acuestan ahí en el piso esperando el turno”, cuenta Janeth Tamayo.
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Muchos aseguran que fueron estafados por más de mil dólares por personas que les ofrecieron llevarlos directamente a Panamá y nunca aparecieron.
“Ellos bregando buscar plata colombiana para lograr irse para Necoclí y no saben mucho el valor del dinero y los estafan, a veces ni plata les dan o les dan billetes falsos”, afirma Tamayo.
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Se cumple un mes del fenómeno migratorio en las terminales de Medellín. Según gremios trasportadores, han llevado a más de 15.500 migrantes haitianos hasta Necoclí.
“La solicitud a las autoridades es para que hagan mayores controles en la carretera para que no lleguen de manera clandestina. Los engañan y les cobran un exceso del costo de los tiquetes para llevarlos sin ingreso a Medellín”, denuncia Echeverri.
Transportadores oficiales piden mayor control del transporte informal en las carreteras.
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