En zona rural de Matanza, Santander, los niños de una escuela del municipio deben incluir dentro de su lista de útiles escolares un tapabocas debido a que son vecinos de una porqueriza.
El mal olor que expide el criadero de cerdos afecta la cotidianidad de estos pequeños, generando complicaciones de salud a los 24 niños que asisten a clases en ese lugar.
Según testimonios de los maestros, desde el 3 de octubre de 2013 se hizo una petición a la Gobernación para que subsidie a este establecimiento educativo con 700 millones de pesos, presupuesto que estaría destinado a la construcción de aulas y mejoramientos de la infraestructura.