Margarita Zapata o Carolina la Grande se ha convertido en la diseñadora de la noche en la localidad de Santa Fe, en pleno centro de Bogotá. Ella lleva 20 años confeccionando ropa para las trabajadoras sexuales de una de las zonas de tolerancia más conocidas de la capital colombiana. Edward Porras, el Ojo de la Noche de Noticias Caracol, la entrevistó en su taller.
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Carolina la grande llegó a Bogotá en busca de oportunidades y un mejor futuro para su familia. Empezó trabajando en un lugar conocido como La Piscina y desde ahí, a pulso, confeccionó su camino.
“Soy diseñadora de las trabajadoras sexuales, pero ya no estigmatizo esa parte porque ahora le coso a todo el mundo”, cuenta orgullosa de sus labores Carolina la Grande, quien además recuerda con cariño a Edward Porras, porque fue “la primera persona” que habló de su trabajo.
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De La Piscina a su propio taller de diseño
Margarita Zapata habla del pasado como parte de su proceso de vida. Trabajó varios años en La Piscina, un reconocido club nocturno para adultos en Bogotá, donde conoció el mundo nocturno y los personajes de la noche .
Sus inicios en la costura se dieron de manera empírica y hoy, después de dos décadas, Carolina la grande sigue descubriendo nuevos diseños con los que cautiva a su clientela.
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“Lo primero que yo hice fueron las tangas, coger una tanga y romperla y volverla a hacer, eso fue lo primero que yo hice. Todo esto es empírico, yo no hice un curso ni nada”, subraya.
A la ropa interior, se sumaron vestidos casuales, trajes de gala y piezas muy elaboradas para presentaciones especiales. De confeccionar pasó a diseñar sus propios modelos y, con el tiempo, ha logrado avanzar en su técnica, calidad y resultado.
Además de diseñadora, Carolina la grande es confidente, amiga y consejera de sus clientas, la mayoría trabajadoras sexuales, a las que intenta llevar por un mejor camino.
“Yo les digo de todo, les hablo de lo que les puede pasar, de lo que es bueno, de lo que no es bueno, de que piensen en sus hijos”, relata Carolina la Grande sin dejar de trabajar en su máquina de coser.
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Por su popularidad, casi ni puede irse de vacaciones porque la extrañan y los pedidos se acumulan. Con su trabajo, del que sale hacia las cuatro de la madrugada, Carolina la Grande ha sacado adelante a sus hijos y hasta logró comprar la casa en la que viven.