Se cumple un año de la entrega del informe final de la Comisión de la Verdad, organismo creado a partir de los acuerdos de paz con las FARC y que buscaba encontrar las raíces del conflicto armado en Colombia. El padre Francisco de Roux fue el presidente de esta entidad y hoy, doce meses después, dialogó con María Alejandra Villamizar en Conversaciones de País sobre los alcances de la investigación.
En primer lugar, Francisco de Roux, tras haber recorrido el territorio nacional y los horrores de la guerra, llega a una conclusión: "Mi sentir es que el país sintió que hay que hacer un cambio en serio". Aunque admite que, "hoy en día, lanzarse al cambio es una cosa muy complicada, porque es una novedad completa y es una cosa que da miedo".
Y lamenta que, según percibe, el informe final de la Comisión de la Verdad ha venido perdiendo la fuerza que tuvo al inicio: "Siento que el primer momento fue muy fuerte, de mucho entusiasmo. Petro dijo públicamente 'voy a aplicar a rajatabla las recomendaciones de la comisión', hubo aproximadamente tres meses de mucho entusiasmo, pero luego hemos tenido que las cosas de la comisión entran también dentro del juego político que hay en el país, la profundización de la división, el sentir que hemos vuelto a lo que nosotros llamamos el modo de guerra".
El padre Francisco de Roux, que miró de frente a miles de víctimas y escuchó sus lamentos, y que también observó a muchos victimarios, considera que "necesitamos una sociedad totalmente abierta a la verdad y tranquila, que comprenda que de todas maneras la verdad es incómoda, pero que es incómoda para todos los lados".
Una verdad que, reflexiona, también puede resultar muy fuerte "cuando ha habido un conflicto armado tan delicado, que es muy dolorosa porque nosotros tuvimos cerca de 120 mil muchachos colombianos que murieron en campos de batalla, armados en la guerra, enfrentándose entre ellos. Del Ejército y la Policía son alrededor de 48.000, según el informe del mismo Ejército. Pero sume los de las guerrillas y los paramilitares. Y por cada uno de esos que murió, murieron por lo menos cinco o seis civiles. Estamos hablando de cerca de 700.000 personas muertas por la guerra, que no hubiesen muerto si no hubiésemos estado en eso. Los familiares de ellos son víctimas y, además, son víctimas más de 50 mil secuestrados, y son víctimas de 6.000 a 8.000 falsos positivos, y son víctimas más de 121.000 desaparecidos, y son víctimas a los que les quitaron las tierras, y son víctimas los desplazados y las mujeres abusadas. Esos son dolores inmensos que en Colombia llegan, en el registro de víctimas, a cerca de 10 millones de personas cuando uno ya incorpora, por ejemplo, a las familias de los militares sobre los cuales se violó el Derecho Internacional Humanitario".
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Para Francisco de Roux, "lo que hace la comisión es: miren, aquí hay una realidad humana espantosa, incorporémosla e incorporémosla para ver cómo la enfrentamos, porque este país tan bello se merece comprender que ese trauma es de todos nosotros y construir juntos. Esas verdades son muy dolorosas, pero, por lo mismo, tenemos que ponernos en la conversación, porque esto no puede seguir pasando. Pero en una visión positiva, la visión de la comisión es: si hay verdad, hay futuro. Vamos a construir el futuro entre todos, con un respeto profundo, con una aceptación sincera, pues todos tenemos responsabilidades. Yo digo eso y me dicen: 'pero cómo así'. Sí, por acción u omisión. Hubiésemos todos podido hacer mucho más para que Colombia no hubiera llegado a donde llegamos".
A aquellos que cuestionan el informe final de la Comisión de la Verdad, Francisco de Roux les responde: "Me siento convencido de que lo que hizo la comisión fue muy bueno, estoy convencido de que se hizo algo muy significativo para el país. Por otra parte, estoy convencido de que la comisión no responde a las expectativas de muchos. Yo pienso que los militares esperaban que nosotros dijéramos que, en medio de ese conflicto enorme, ellos habían sido los buenos y los malos habían sido los que enfrentaron al país con una guerra sin sentido desde el otro lado. Pero la comisión no estaba detrás de eso, la comisión estaba mirando el drama profundo de este país, la tragedia, y tratar de explicarla desde el dolor de las víctimas".
El horror de los falsos positivos
Y, en esa línea, el sacerdote jesuita recalca: "Por supuesto, lo de los falsos positivos es algo de una realidad ética espantosa. Es incluso distinto de los desaparecidos (la Unión Patriótica, por ejemplo, es una responsabilidad del Estado gravísima, como son por supuesto los crímenes políticos que hicieron las FARC), pero esto (los falsos positivos) es una cosa totalmente distinta. Esos muchachos asesinados no tenían nada que ver con la política, fueron asesinados de una manera brutal, no eran ni de partidos de izquierda, no tenían nada que ver con la guerrilla. Su única condición era que eran personas 'insignificantes', personas que tú las podías 'barrer', y muestra una brutalidad tan grande de traerlos y matarlos porque se necesitaba presentar resultados de guerra. Aquí es muy difícil comparar, pero las cosas que hicieron las FARC con el secuestro fueron de una brutalidad espantosa, también de deshumanización. El país tiene que comprender que esto está de todos lados, y todo llama a una reconvención ética de todos nosotros. ¿Cómo nos vamos a tratar como seres humanos?".
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El padre Francisco de Roux admite que "nos importa mucho hablar con los militares", y hace un llamado a crear un Ejército que sea "contenedor" para que no haya violencia ni armas en la política, para que, en medio de los conflictos sociales y políticos de una democracia, no se permita que estos deriven en violencia. Un Ejército, según sus palabras, que no se vaya al lado de una de las partes. Considera que solo así, escuchándolos a fondo y haciendo cambios estructurales profundos, será posible construir sobre las diferencias y consolidar esa promesa llamada paz.
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