En Barrancabermeja, Santander, un grupo de profesores viaja por horas con el fin de asegurarse que sus estudiantes no opten por la deserción escolar debido a la crisis del COVID.19.
Alicia, Xenia, Marylin, Luis y Fabio, docentes del centro educativo Meseta de San Rafael, en Barrancabermeja, salen desde muy temprano hacia la vereda La Colorada.
Abordan una motogarrucha o transporte informal por las líneas férreas y, luego de una hora, caminan 40 minutos para pasar en una canasta improvisada el río. En la ribera los recoge un tractor que, luego de 15 minutos, los deja en la casa de Johan, un niño de siete años al que buscan y educan para que no se olvide de la escuela en tiempos de pandemia.
Así como Johan espera a sus profesoras Xenia y Alicia, otro centenar de estudiantes se alistan y hasta se ponen el uniforme para el momento en que llegan sus docentes.
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Este grupo de docentes no solo educa a los niños, también apoya a estas familias con dificultades.
En un mes estos docentes hacen una o dos visitas por estudiante a los que dicen hoy amar más que nunca, pues conocen el esfuerzo que hacían para ir a la escuela.
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Son jornadas de 12 o 13 horas en medio de las zonas rurales y, entre ellas, apenas sacan un momento para descansar y compartir alimentos en cualquier lugar.