En los años cuarenta del siglo pasado, la hacienda Tipacoque era un mundo entero cuyos límites eran borrosos para el ojo humano. Sus paredes, sus habitaciones, sus jardines interiores, su antigua iglesia, todos sus espacios cuentan la historia de Colombia, desde los años de la colonización hasta nuestros días.
Hoy, la hacienda es un pedazo del municipio que tomó su nombre y cuyo primer alcalde fue el hombre que soñó un pueblo para después gobernarlo. El autor de Siervo sin tierra, Eduardo Caballero Calderón, es el fundador de Tipacoque.
El escenario guarda los pasos de Siervo Joya en el patio de los peones cuando visitaba el lugar para entregarles a los patrones lo de su arriendo y lo del producido, y para aprovechar en insistirles que le vendieran la tierrita donde vivía porque él contaba con todos los argumentos para merecerlo.