Carlos Mario Agudelo es un joven quemado que sufrió las inclemencias de un incendio en el 2022, mientras dormía en Chile. Aunque es oriundo de Medellín, se fue buscando mejores oportunidades laborales.
El 81% del cuerpo se le quemó y ya está en proceso de cicatrización, pero más que el dolor por las heridas, lo que no lo deja estar en paz es no contar con el dinero suficiente para comprar los trajes compresores que necesita, las cremas y otras cosas del día a día.
“Yo era una persona muy independiente, que siempre he visto por mí. Ahora debo depender de una crema, esta es mi nueva piel durante los próximos años. Yo no puedo salir al sol”, cuenta.
Lo que le hace falta principalmente son trajes compresivos que cuestan $600.000 y debe tener por lo menos dos, pues es indispensable que los use mínimo 23 horas al día.
Las manos de este joven de Medellín resultaron tan afectadas que ya no puede hacer las artesanías de las que antes vivía. Gracias al apoyo de su familia hoy puede tener un techo y esperar por su recuperación.
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A Adriana Cuadros, la mamá de Carlos Mario, le dijeron que fuera a Chile a despedirse, pero “gracias a Dios lo traje, aquí estamos. Es un milagro de vida”.
Para esta víctima del incendio, salir de día es una tortura. Su piel está débil y solo puede hacerlo de noche. A su corta edad, sueña con que algún día, para él, salga el sol.
Esta es mi nueva piel y son mis cicatrices. Las abrazo, las amo y las acepto
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Aunque tenga piel de algodón, cuenta con un corazón de acero. Sueña con volver a levantarse porque pese a que su piel está llena de cicatrices no se le dañó lo más importante, las ganas de salir adelante.
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