Saben dónde están las cámaras y ocultan sus rostros. Tras cometer las fechorías, los recoge un taxista que al parecer sería cómplice. Pasa en Bogotá.
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Saben dónde están las cámaras y ocultan sus rostros. Tras cometer las fechorías, los recoge un taxista que al parecer sería cómplice. Pasa en Bogotá.
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