Don Alejandro Vanegas, un abuelo de 80 años que falleció en Neiva, casi no puede descansar en paz por cuenta de lo costoso que resulta morirse.
En una calle de la capital del Huida permaneció, durante varias horas, el féretro del señor. Su familia, tristemente, no tenía dinero para pagar todo lo que vale un funeral.
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Sus hijas y vecinos pidieron limosna para comprar un ataúd, pero solo lograron hacer un abono. Lo demás se los fio la funeraria.
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Ante el drama, solicitaron ayuda en la Alcaldía, pero dicen que no obtuvieron apoyo.
Además, acudieron a la iglesia del barrio, pero allí debían cancelar 460 mil pesos, que tampoco tenían
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“Una persona que necesita una última voluntad, que la familia no tiene plata, y no le ofrecen ni la misa ni el puesto en el cementerio. Qué vergüenza. ¿Así es que predican la palabra de Dios?”, se lamenta uno de los vecinos.
El sacerdote dice que la familia no solicitó la misa y que el templo colaboró con la sepultura.
Lo cierto es que, luego de que don Alejandro por fin pudo descansar, la familia sigue recogiendo recursos para pagar las deudas.