El prometedor desarrollo de Barranquilla, la ciudad que se proyecta como la punta de lanza de los mercados internacionales, contrasta con la inseguridad que padecen sus habitantes en las calles.
A Molina, además, lo han atracado varias.
Atracos en la calle a plena luz del día se dan con cierta frecuencia, también robos a residencias y locales comerciales.
“La vaina está brava, aquí no se sabe ni quién es quién, cada vez el barrio está más peligroso”, dice un habitante del barrio La Luz, en el sur de la ciudad.
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El temor les ha hecho cambiar hasta las costumbres. Son parte del pasado los días en que se reunían los vecinos en las mecedoras para compartir, si lo hacen, corren peligro.
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Óscar Vargas, líder comunal del suroriente de Barranquilla, asegura que a las ocho o 9 de la noche ya “debe estar recogidos” porque en cualquier momento llega un raponero.
La inseguridad también se movilizaba en transporte de vehículos de servicio público. Los pasajeros están atemorizados y sienten que las medidas de las autoridades no han sido suficiente para garantizar la seguridad.
Guillermo Olaya, quien llevaba 45 años como taxista, dejó de conducir desde aquel día que atracadores lo despojaron de sus pertenencias y por poco le quitan la vida.
Según el sistema de información del Fondo de Seguridad de la Alcaldía de Barranquilla, en lo corrido del año 118 personas han sido asesinadas, frente a 121 del año anterior.
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Con respecto a los atracos, este año se han registrado 1.897 hurtos en todas sus modalidades, lo que representa una reducción del 7% con relación a 2014.
Jorge Ávila, gerente de la entidad, indica que el hurto a personas es la principal preocupación no solo de Barranquilla sino en varias ciudades del país, productor de la crisis judicial.
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“De cada diez capturados en Barranquilla, solo uno tiene medida intramural, en establecimiento carcelario, dos obtienen detención domiciliaria y siete vuelven a la calle”, sentenció.
También incrementó en un 43% la denuncia por parte de la comunidad.