“No sería lógico secar la fuente de donde se surten y se llenan las otras fuentes hídricas”, dicen sobre la Laguna Negra, que proveería a los boyacenses.
Sin embargo, algunos residentes reconocieron haber intervenido un sendero de bosque nativo para dar paso a la tubería.
“Cometimos ese pecado ambiental, y hoy, como asociación, tenemos que responder por la sanción que venga de Corpoboyacá”, aceptó el líder comunitario Jorge Galán.
En su defensa, señaló, el agua sería usada “no para industria, no para minas, no para empresas, sino para los estratos 0, 1 y 2”
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Son dos humildes comunidades enfrentadas por un problema que no solo las afecta a ellas, sino a por lo menos cinco municipios de Boyacá.
El alcalde de Cómbita, Leonardo Ávila, dice que la alternativa está bajo tierra. Pero perforar pozos profundos es una operación costosa que no pueden financiar acueductos comunales.
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Y llama la atención un elefante blanco en medio del Páramo, una planta de tratamiento en un sitio donde el agua es pura.
Corpoboyacá, por su parte, no tiene un estudio de impacto ambiental que pueda determinar a ciencia cierta si las concesiones que piensa realizar para un acueducto comunitario afectan la disponibilidad del recurso, es decir, si hay agua para tanta gente.
Incluso, ellos mismos, encendieron las alarmas al declarar agotado el líquido en una de las fuentes de este páramo boyacense.