Así vivió el candidato de la Colombia Humana esta campaña presidencial. Dice que le queda la satisfacción de que los jóvenes “vivieron una nueva política”.
Gustavo Petro no descansa. Ni cuando viaja de un lado a otro deja de pensar en los temas que lo apasionan, lo desvelan, y que hoy lo tienen convertido en uno de los grandes protagonistas de la contienda electoral.
Es un hombre que despierta pasiones. No hay términos medios en lo que inspira el exalcalde, exsenador y hoy el candidato de izquierda con la mayor opción real de poder en Colombia en toda su historia.
¿Cómo ve la campaña?
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“La he vivido con una intensidad hermosa, mágica, con paroxismo. Lo mejor, la plaza pública. La forma de expresión de esos niños, las juventudes, las señoras esperanzadas, las lágrimas, la expresión diversa…mística, yo diría, que se apoderó de la campaña. Lo que viví desde que comenzamos a recorrer sin un peso”.
Ese recorrido en esta agitada campaña presidencial del que habla Gustavo Petro empezó a comienzos de este año. Y de ese momento a hoy ya van más de 20 departamentos visitados.
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Son cerca de 160 horas de discursos, miles de personas en plaza pública, un uso insistente y efectivo de las redes sociales y lo que él llama el surgimiento de una nueva manera de hacer política.
¿Qué le queda al país?
“La primera vuelta marca una tendencia política irreversible. Lo que llaman las maquinarias, lo que yo llamo la corrupción, fueron derrotadas históricamente. No hay vuelta atrás...la corrupción está herida de muerte; esa política no va más”.
“Toda esa juventud ha practicado, ha visto que se puede volver poder la nueva política”.
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Esa, dice, es la más enriquecedora experiencia de esta campaña de la Colombia Humana.
“Es una ciudadanía libre, congregada, hay sectores que les parece mala la plaza pública llena”.
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“Se generó un respiro, fruto del acuerdo de paz. Le generó un ambiente no a las FARC, como decían los uribistas, sino a favor de la democracia. Como si la gente hubiera tomado aire y allí expresó su potencialidad, que nada tiene que ver con las FARC, ni si quiera con la izquierda, ciudadanías libres. Se liberó la ciudadanía”.
Este mensaje de Petro pasó de ser un eslogan difundido en redes sociales a ser el discurso central de la plaza pública.
Como en los viejos tiempos de la política, miles de personas salieron a oír discursos, a arengar y a mostrar respaldo masivo.
“De pronto eso mismo lo hicimos en esta, en algún mes, no me acuerdo cual, yo fui a caminar unas calles en Valledupar, y entonces no pude andar ni cuatro pasos porque la calle se llenó en una multitud y no teníamos mayor número de escolta, eso fue dramático. Ahí yo tomé una decisión, dije: ‘esta cosa, me da la impresión de que ya tiene la fuerza para convocar a la plaza pública’".
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Para sus detractores, lo que hacía Petro y que le resultó muy efectivo em términos de convocatoria era simplemente populismo, demagogia, discursos ‘veintejulieros’. Pero para él fue otra cosa.
¿A usted no le molesta que lo llamen caudillo?
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“Lo que hacía era generar un discurso racional. Por qué el petróleo y lo que llamamos el extractivismo mata la economía y la empresa. Todo eso lo explicaba tratando de ser popular, ahí cogí los pasajes de la Biblia, porque me gusta. Pero no en el sentido de quitarle razón a la política sino de darle razón a la política. Y en eso ahí creo que no soy un caudillo, porque el caudillo es eminentemente pasional no racional”.
En medio de estas reflexiones, Petro no oculta la enorme satisfacción de que, independientemente de los resultados del domingo, de los que asegura van a ser sorpresivos y favorables a su candidatura ha sido una gran ganancia para su movimiento: la Colombia Humana ya no es simplemente el nombre de una campaña para Petro es el símbolo de una nueva ola política.
“No puedo ocultar la realidad evidente de que nos volvimos millones, eso no estaba en nuestras cuentas, no hace unos meses”.
Y como tiene la convicción de que este domingo dará la pelea, a pesar de que las encuestas digan otra cosa, Gustavo Petro tiene claro su plan de gobierno. Las prioridades desde el día de la posesión y lo que viene para un país, ávido de soluciones y respuestas.
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¿Qué sería lo primero que haría usted en un eventual gobierno suyo?
“Como electo no me imagino, lo que hay que hacer un discurso. El discurso tiene que calmar las fisuras abiertas ¿cierto? obviamente no tener rabia, no tener rencores”.
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“A Duque yo lo puedo invitar a hablar, yo no le veo problema. Claro, con Uribe más difícil, con Ordóñez. Pero hay que quitar fisuras porqué es la responsabilidad del político”.
¿Y los llama y que les dice?
“No volver la diferencia violencia…las garantías que yo les voy a dar, que no las tuvimos nosotros porque si no las tuvimos nosotros ahora les vamos a hacer lo mismo. Que sepan que en mi gobierno no van a ser maltratados, no van a ser agredidos, ni en su vida personal, que es lo más delicado. Yo nunca he hecho un debate usando la vida íntima de cualquiera, nunca me metí en eso precisamente por un respeto a la libertad”.
¿Qué sería lo primero que haría el siete de agosto?
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“Cerrar fisuras”.
¿Y ya posesionado?
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“Yo prometí venir a Medellín, a la comuna 13. ¿A qué? a hacer un acto donde mis contrincantes cuando metieron la Operación Orión en la comuna 13. Un desastre, Marta Lucía era la ministra de Defensa, era la responsable política de eso. Yo quiero es ir a la comuna 13 como presidente de Colombia, a empezar el proceso de construcción de la universidad pública gratuita en las comunas populares de Medellín”.
¿La izquierda tendría cabida en un gobierno suyo, incluyendo la que no comparte sus posiciones, como Jorge Enrique Robledo?
“Yo creo que ellos nunca han querido estar en ningún tipo de gobierno, porque se sienten muy cómodos en la oposición”.
De esta campaña recuerda términos claves como el que, asegura, le achacaron: la expropiación.
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“Fue un programa con una periodista famosa, ella no estaba pensando en eso, sino que hablamos del tema de la política agraria, de la política de Alfonso López Pumarejo que es sobre el latifundio improductivo”.
“Entonces, claro, cuando yo hablo de latifundio, la población no sabe qué significa la palabra latifundio. Y entonces todo el mundo creyó que era con cualquier propiedad”.
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¿Si yo tengo un lote grande, un latifundio, y no quiero producir?
“Un latifundio es más de 500 hectáreas en tierra fértil”.
Claro, en tierra fértil, entonces yo tengo una tierra en el Magdalena Medio y no quiero que produzca entonces pago el impuesto, ¿pero no me la quitan?
“La función social en el caso de una tierra fértil que debería producir alimentos, pero que su poseedor no quiere, es pagar el impuesto. Porque el impuesto se vuelve educación, salud, etc”.
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No tiene claro si volverá a ser senador en caso de perder, como lo establece la ley. Pero tiene claro que se va de esta campaña con un capital político que muchos envidian y del que ya muchos hablan para las próximas elecciones.