El religioso, según la Dijín, denunció ante la Policía el robo de su carro en Medellín. Luego, los uniformados descubrieron que el hombre formaba parte de una banda que vendía vehículos reportados como robados.
“Lo reportaran ante la Fiscalía como hurtados y que muchas veces en las mismas denuncias, indicaban que habían sido víctimas de atracos o utilización de escopolamina para ser despojados de sus vehículos”, detalló el general Jorge Rodríguez, director de la Dijín, sobre las falsas denuncias.
Durante el seguimiento al sacerdote y a otros once supuestos integrantes de la banda se descubrieron otras modalidades de la organización: “hurtaban vehículos desde Venezuela, utilizaban el territorio nacional para transportarlos y entregarlos a parte de la banda en Ecuador”.
La banda también operaba en varias ciudades del país como Bogotá, Medellín y Cali.
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Una de esas ventas que se realizó en Ecuador y una llamada telefónica fueron interceptadas por la Policía.
Con esas y otras pruebas, un juez envió a la cárcel a once integrantes de la banda, el sacerdote quedó en libertad, pero sigue vinculado a la investigación.
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