Las familias de las víctimas de Tasajera sobreviven entre el dolor, el hambre y la miseria.
En las paredes de las casas que rodean las polvorientas calles del barrio La 40 hay carteles con fotografías de las personas que fallecieron por la explosión del camión cisterna el pasado 6 de julio.
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Dina Luz Ariza, tía de dos de los fallecidos, afirma que están “destruidos como familia”.
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Jorge Guerrero, padre de tres víctimas, comenta resignado: “toda la vida estaré recordando a mis hijos porque es un dolor muy grande que llevo en el alma".
Mientras que Alejandro Carranza, que también perdió a tres de sus muchachos, los recuerda como "unos pelados trabajadores. Ellos llegaban de pescar y la situación como está ahora, ellos corrieron, como todos".
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En el barrio El Carrizal, también en el corregimiento de Tasajera, lloran a 25 muertos.
Dagoberto Ariza, hermano de dos víctimas, sostiene que “toda la vida el Estado nos ha abandonado, desde que tengo uso de razón, con el agua potable y la luz”.
Los sobrevivientes son atendidos en clínicas de Barranquilla, Baranoa, Valledupar y Bogotá.
"Están recibiendo tratamiento médico, algunos con pronóstico reservado, en estado crítico. Se les han instaurado, por parte de cirugía plástica, injertos de piel, lo han tolerado perfectamente y estamos esperando su evolución clínica", detalló Brandon Márquez Peña, secretario de Salud de Puebloviejo, sobre su condición.
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Las siete personas que quedaron calcinadas por la explosión no habían sido entregadas porque por su condición tuvieron que ser sometidas a pruebas de ADN.
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