La hermana de César Augusto López dice que sobrevivió a la avalancha en Risaralda de milagro. Su hermano le alcanzó a avisar, pero él no se salvó. Ella lo recuerda llegando siempre a su casa a tomar café.
“Él todos los días estaba marcándole tarjeta a mi mamá a las 5:30 a.m., de domingo a domingo, y por la noche lo mismo, llegaba a las 7:00 p.m., le daba la vuelta mamá y se iba para su casa”, cuenta Ana Milena Alzate.
Sí, es recordado por su amor a la mamá y por ser servicial en el barrio donde ocurrió la emergencia. El papá de César y Ana Milena, David Álzate, de 80 años, también murió tras la avalancha en Risaralda.
La panadería que estaba en la esquina del barrio en el que ocurrió la tragedia era un lugar de encuentro. Allí la comunidad conversaba con don Medardo Ochoa y su esposa Doralba Idarraga, que en las mañanas recibían a la gente con mensajes positivos. Desafortunadamente, la tragedia también cobró sus vidas.
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“Yo creo que fueron las primeras víctimas porque ellos vivían en la parte de atrás, entonces fue a los primeros que le pegó la montaña”, comenta uno de los vecinos.
En el sitio, sobrevivientes permanecen en silencio en medio de la búsqueda de más cuerpos. El barrio está de luto y por las calles, llenas de lodo, se recuerda con amor a los menores que jugaban en el andén, cuyas risas apagó la tragedia.