Delincuentes llegaron hasta el instituto Juan Domínguez Romero, en Caracolí, Atlántico , y a través del portón abordaron al vigilante del colegio con preguntas que despertaron sus sospechas, aunque más de los perros, que terminaron frustrando el asalto.
Decían "que por qué había tanto humo en el colegio, que venían a mirar a ver qué necesitaba, que si alguna ayuda. Se fueron la primera vez, la segunda vez vinieron por lo mismo, pero yo nunca me dejé ver la cara porque nunca les abrí”, relató Alberto Chávez, conserje del colegio.
Alertado por la extraña insistencia de los hombres, buscó refugio y avisó a las autoridades, pero el ladrido de los perros que lo acompañan cada noche llamaba mucho más su atención.
"Cuando yo salgo a ver los veo en el callejón ladrando, entonces yo me asomo para ver qué es lo que está pasando y ya estaba uno de los delincuentes aquí adentro metido. Cuando yo reacciono es que el perro no lo deja bajar, cuando yo reacciono el otro delincuente ya estaba aquí adentro", agregó el encargado.
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Alberto cuenta que uno de los hombres le lanzó una piedra y corrió, mientras el segundo delincuente también huía del ataque de otro de los valientes perros. "No pasaron las cosas a mayores, no se robaron nada, gracias a mi Dios, gracias al apoyo de la comunidad", añadió.
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Blanquito, Blanquita y Luna negrita, como cariñosamente llaman a los perros, se convirtieron en los héroes de don Alberto, quien pidió a las autoridades reforzar la seguridad del plantel educativo.