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“Yo conozco toda la película”: increíble historia sobre robo a la Virgen de Chiquinquirá

Doña María, una señora de 80 años, contó antes que nadie lo que había ocurrido. No le creyeron, pero resultó cierta su advertencia. "Estas canas no son por nada", recalcó.

Doña María frente al Santuario de la Virgen de Chiquinquirá
Doña María anticipó a los periodistas la noticia del robo a la Virgen de Chiquinquirá.

“Yo conozco toda la película”, con esa frase se nos presentó doña María cuando apenas amanecía y esperábamos en la plaza principal a que nos permitieran el ingreso a la Basílica de la Virgen de Chiquinquirá.

“¿Saben por qué está cerrada la iglesia?”, nos preguntó y le respondí amablemente que nos contara, más por respeto a su edad que porque le fuera a creer, aunque en realidad sí nos preguntábamos todos a esa hora, casi las seis de la mañana, por qué no habían permitido el ingreso si estaba planeado que a las 4:00 a. m. se abrieran las puertas para un Rosario previo a la entronización en el Vaticano de una réplica de la imagen de la Virgen de Chiquinquirá.

“Se entraron los ladrones y se llevaron las joyas de la Virgen”, nos relató alarmada doña María. "Ahí están encerrados mirando qué hacer”, prosiguió. Y ante nuestras miradas aún más incrédulas, se quitó su gorra de color violeta y sentenció: “¿no me creen? Estas canas no son por nada”, y siguió su camino.

Al alejarse, cuando no nos podía escuchar, sonreímos un poco y le restamos importancia a esta versión que sonaba increíble. ¿Cómo se iban a entrar los ladrones al sitio que era epicentro de una actividad frenética desde el día anterior? Un lugar que hasta la madrugada estaba rodeado de autoridades, medios de comunicación, feligreses y uno que otro curioso.

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Pues la historia increíble se hizo creíble a los pocos minutos, cuando en un comunicado confirmaron el robo. Un hombre logró quedarse en la noche dentro del templo y efectivamente despojó al lienzo de las joyas que portaba. Joyas como la inmensa esmeralda que un minero le había prometido si se “enguacaba” o el Rosario que le trajo Juan Pablo II en 1986.

Carlos Barragán, el veterano reportero de nuestro noticiero, corrió a conectarse y contarle al país la noticia. Otra de esas noticias, que como muchas veces decimos tristemente, “solo ocurren en Colombia”.

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Pero yo me quedé pensando en doña María. Tenía que encontrarla de nuevo para decirle que tenía la razón y para ofrecerle de paso disculpas por nuestras caras de incredulidad. Y por fortuna un par de horas después la vi de nuevo, se lo dije y me enteré que tiene 80 años, que su apellido es Caro y que nació aquí en Chiquinquirá, en donde tiene un restaurante de comida típica a un par de cuadras de la Basílica que seguramente atiende con la misma vitalidad con la que recorre las calles de un lado a otro.

Y ofrecidas las disculpas recuerdo su sentencia: “estas canas no son por nada”.

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