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El 11 de marzo de 2018, una fecha imborrable para los habitantes de San Andrés de Cuerquia, Antioquia, marcó la desaparición y posterior muerte de Smit Carolina Urrego, una joven de 18 años, entusiasta y emprendedora. Ella creció en este municipio, buscando siempre una oportunidad para superarse y cumplir sus sueños. Su espíritu luchador la llevó a estudiar y trabajar al mismo tiempo. A pesar de provenir de una familia humilde y tener una relación difícil con su madre, Smit siempre buscó demostrarle a su mamá que era capaz de salir adelante y luchar por ella misma. Virgilio, quien fue como su padre adoptivo, la apoyó en sus aspiraciones educativas. El Rastro investigó este caso.
En enero de 2018, Smit Carolina tomó la decisión de mudarse a Itagüí, Antioquia, para realizar sus prácticas profesionales en conservación de recursos naturales, que había estudiado con el SENA. La oportunidad surgió a través de Daniela Rojas, una compañera de bachillerato con quien se había reencontrado por redes sociales. Daniela le ofreció ayuda para conseguir una vacante de prácticas, alojamiento en su vivienda en Itagüí y un trabajo como empleada doméstica en su casa.
La prima de Smit, Valentina Callejas, recuerda que Smit hablaba muy bien de su amiga. "Que era super amigas, incluso llegó un punto que decía mucho que con ella se había ganado el cielo". Allí, en Itagüí, lejos de su familia, Smit Carolina enfrentó una realidad muy distinta.
Dos meses después de su llegada, Daniela, junto a su pareja Dany López, también conocido como Dani Alejandro Vanegas, persuadieron a Smit Carolina para adquirir un seguro de vida por valor de $300 millones de pesos. Este seguro tenía vigencia desde el 1 de febrero de 2018. El 6 de febrero, Daniela logró que Smit Carolina le otorgara un poder que la designaba como la única persona con derecho a reclamar la póliza en caso de fallecimiento de Smit. Ella confió y accedió.
La última vez que la familia de Smit tuvo contacto con ella fue el 8 de marzo de 2018. Hizo una videollamada a su tía Mabel Callejas y se comunicó con su prima Valentina, a quien le dijo que estaba triste y que se había olvidado de ella. Ese mismo día, se negó a reunirse con su hermana Ángela Paola para celebrar el Día de la Mujer, debido a un problema.
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El domingo 11 de marzo, la trágica noticia llegó a su familia: "eran por ahí las 11 de la mañana cuando a mí me dijeron que a Smith le había pasado algo y que al parecer era algo grave". Las autoridades de la Sijín fueron alertadas por una llamada anónima al 123 sobre el hallazgo de un cadáver en una zona desolada de Itagüí. El cuerpo, en estado de descomposición, fue encontrado dentro de dos costales y finalmente identificado como el de Smit Carolina, gracias a su cédula hallada en el lugar.
La necropsia reveló que Smit llevaba aproximadamente 48 horas fallecida. La causa de su muerte fue una "lesión en el cuello en dirección al tórax" causada por arma cortopunzante, señalaron las autoridades. Además de varios golpes contundentes en el cuerpo, todos postmortem, excepto la lesión mortal. La noticia generó tristeza no solo en su familia, sino en todo el municipio de San Andrés de Cuerquia.
La investigación, liderada por el subintendente Carlos Martínez, comenzó con incertidumbre. Una de las primeras pistas fue el reencuentro de Smit con Daniela Rojas. Daniela había sido la primera en dar a conocer la desaparición de Smit, pero su versión de los hechos, afirmando que Smit vivía sola, contradijo a la familia, generando sospechas.
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Una pieza clave de la investigación fue la llamada anónima al 123 que alertó sobre el cuerpo. Esta llamada, realizada desde un teléfono público en el barrio El Poblado, de Medellín, a 10 km de donde se encontró el cuerpo, llamó la atención de los investigadores. Un estudio de fonología de audio realizado por la Dijín en Bogotá logró comparar y encontrar semejanzas entre la voz de la persona que llamó y la de Dani Alejandro Vanegas, el novio de Daniela, convirtiéndolo en un indicio importante. Se presume que Dani Alejandro hizo la llamada para que el cuerpo de Smit fuera hallado, ya que llevaba días sin ser descubierto. Aunque Dani Alejandro negó haber hecho la llamada, el juez encontró que las pruebas eran contundentes.
Otra prueba importante los pelos de un animal hallados en el cuerpo de Smit Carolina. Posteriormente, se determinó que Daniela y Dani Alejandro tenían un perro lobo siberiano de pelaje blanco llamado Kaiser. Dani Alejandro también negó esta evidencia. La investigación profundizó en Dani Alejandro Vanegas, revelando que ya había sido capturado anteriormente por el grupo de feminicidio tres años atrás. Esta información, junto con las demás evidencias, intensificó la investigación en la pareja.
La "prueba reina" que destaparía el móvil del crimen fue el seguro de vida. Milena Amado, directora seccional de Fiscalía de Antioquia, explicó que Dani Alejandro Vanegas y Daniela Andrea Rojas hicieron que Smit Carolina tomara la póliza, y luego Daniela obtuvo el poder para reclamarla. La Fiscalía determinó que el móvil del homicidio fue la avaricia y ambición por $300 millones de pesos. Después de asesinar a Smit, la atacaron con varios elementos y le causan múltiples lesiones en diferentes partes del cuerpo. Posteriormente, intentaron cobrar el seguro, lo que los dejó en evidencia ante las autoridades.
El 7 de diciembre de 2018, nueve meses después de la muerte de Smit Carolina, la Fiscalía ordenó la captura de Dani Alejandro y Daniela. Dani Alejandro fue capturado mientras reclamaba una indemnización en su trabajo, y Daniela fue arrestada cuando se acercó para verificar la situación de su pareja.
El 10 de junio de 2019, Dani Alejandro Vanegas fue declarado responsable del delito de homicidio agravado. Fue condenado a 45 años de prisión, que cumple en la cárcel de máxima seguridad de Cómbita, Boyacá. A pesar de la condena, Dani Alejandro Vanegas sigue afirmando su inocencia.
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Por su parte, Daniela Rojas, gracias a un preacuerdo con la Fiscalía, aceptó su responsabilidad como coautora del homicidio. Recibió una rebaja del 50% de su pena y fue condenada a 16 años de prisión en la cárcel El Pedregal, de Medellín. Sin embargo, apelando a su derecho a guardar silencio, no quiso inculpar a su novio.
Su hermana, Ángela Paola, siente que Smit cayó en una trampa y la prima Valentina se arrepiente de haber aconsejado a Smit irse a Itagüí, sintiendo que "por hacerle un bien le hice un mal" y que "le fallamos como familia". Catherine, una amiga de Smit, también lamenta no haber insistido más para que no se fuera. La familia llora a la joven cada día en el cementerio de San Andrés de Cuerquía.