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El periodismo en Colombia ha tenido durante décadas un rostro de autoridad y temple en Manuel Teodoro. Sin embargo, detrás de la coraza del profesional que busca convencer e informar, se escondía una historia de transformación personal que pocos imaginaban. En una reveladora entrevista con La Red, Teodoro abrió las puertas de su intimidad para relatar el fin de su matrimonio de casi tres décadas, algo que ocurrió hace algunos años pero que no fue mediático.
Además, el periodista también habló sobre su valiente lucha contra las adicciones y la nueva vida que ha construido frente al mar de Santa Marta.
Tras 28 años de relación con Ana Isabel Zamorano, madre de sus dos hijos, el periodista confirmó que la pareja decidió tomar rumbos diferentes. A diferencia de los escándalos que suelen rodear a las figuras públicas, Manuel aclaró de forma enfática que no hubo infidelidades ni conflictos destructivos; simplemente, ambos dejaron de ser las personas que eran a los 20 o 30 años.
"Le dije a ella de una manera muy diplomática que yo quería estar solo, al principio no fue fácil. Ahora somos buenos amigos, socios. Hasta cierto punto nos va mejor", aseguró el periodista. El periodista enfatizó que el respeto es fundamental, pues se trata de la persona con la que construyó una vida y con quien comparte dos hijos que los unirán por siempre.
A pesar de la dificultad inicial de la ruptura, ambos comprendieron que los componentes esenciales que mantienen unida a una pareja ya no estaban presentes. Incluso sus propios hijos estuvieron de acuerdo con la separación, observando que sus padres se habían convertido en personas muy distintas con el paso del tiempo.
Manuel Teodoro resaltó que esta experiencia le confirmó un pensamiento que tenía desde hace un tiempo y que le rondaba la cabeza. "Me confirmó de una vez por todas que en la vida no hay nada permanente. Yo no considero que uno debería someterse por obligación a las reglas de la sociedad o una religión la felicidad de uno".
Hace dos años, buscando un cambio total, Teodoro decidió mudarse a Santa Marta, un lugar que siente profundamente arraigado en su ADN, ya que creció en Manila, Filipinas, otra ciudad frente al mar. Influenciado por su hermana menor, Laura, comenzó a explorar los alrededores de la ciudad y quedó cautivado por un ambiente que mezcla lo espiritual, lo "wellness" y lo bohemio.
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"Comienzo a descubrir este ambiente medio hippie, medio espiritual, medio wellnes y fitness, hay terapias desde las uñas hasta el cerebro.Encontré una casa lo más de bonita y decidí que iba a construir parte de mi vida en Santa Marta", señaló.
Manuel Teodoro adquirió una casa republicana de 1860, con su fachada de arcos intacta, donde actualmente construye su presente a su propio ritmo. En esta nueva etapa, disfruta plenamente de su libertad, rodeado de amigos y alejado del hermetismo que suele caracterizar a los periodistas de su trayectoria.
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La vida en Santa Marta no es solo contemplativa; Manuel ha iniciado un camino de introspección profunda para sanar vacíos de su infancia. A través de rituales espirituales, meditación, yoga y terapias guiadas por psicólogos con el uso de psilocibina (hongos), el periodista logró reconectar con su pasado.
El periodista contó una experiencia en la que salió renovado. "Descubrí que hay unas terapias que le ayudan a uno a interiorizar un poco más. Lo he hecho dos veces, uno fue con hongos, se hace un ritual antes y es guiado por un psicólogo y el viaje mio fue directo al Manuelito de 14 años que lloró mucho cuando sus papás se divorciaron, que sintió abandono cuando el papá se fue y la mamá se casó con otro hombre, pero que en ese momento no tuvo las herramientas emocionales ni mentales para entender y quedó como traumatizado".
Uno de los pilares de su estabilidad actual también es la sobriedad. Manuel Teodoro lleva 19 años sin probar una gota de alcohol. Su "fondo" ocurrió en diciembre de 2006, tras una fiesta en la que perdió hasta su propio vehículo. Tras aceptar su enfermedad y abandonar la soberbia de creer que tenía el control, se internó durante 65 días en un centro de rehabilitación que él llama su "divino manicomio".
Desde entonces, vive bajo el principio de "solo por hoy", asistiendo periódicamente a grupos de Alcohólicos Anónimos y manteniendo su fuerza de voluntad convertida en conciencia. Manuel es enfático en que se puede disfrutar la vida sin sustancias y que su compromiso es diario, un paso a la vez.
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MARÍA PAULA GONZÁLEZ
PERIODISTA DIGITAL