Es cubano de nacimiento, criado en Nueva York y nacionalizado en Colombia por iniciativa del nobel Gabriel García Márquez.
Su madrina de bautismo fue la grande de la salsa, Celia Cruz, y tocó su primer violín a los 6 años.
Tuvo una vida de excesos, pero se recuperó y hoy su única adicción sigue siendo su instrumento musical.
Ahora, en medio de la pandemia y a dos meses de la muerte de su mamá, dice que está intentando “entrar al mundo digital, que ya por la edad está un poquito lejos de mí”.
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Y asegura que “la salsa nunca va a morir”.
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