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El sexo es uno de los impulsos más primitivos del ser humano. De acuerdo con diferentes portales de psicología, se trata de una fuente de placer tanto físico como emocional. Aunque para muchas personas es un acto cotidiano y familiar, con el tiempo suelen aparecer hábitos o preferencias que influyen en la manera en que se vive la intimidad. Uno de los más frecuentes es mantener la luz apagada durante las relaciones sexuales.
En foros globales como Quora y Reddit, al menos 7 de cada 10 usuarios aseguran que prefieren tener relaciones en la oscuridad o con la menor iluminación posible. Las razones son variadas, comodidad, timidez, inseguridad corporal o simplemente que, para algunos, una luz tenue hace el ambiente más erótico. Pero qué hay detrás de esta preferencia. Y realmente esto influye en la experiencia del placer.
Para entenderlo, Elizabeth Montaño, psicóloga y magíster en Sexología Clínica y Terapia de Pareja, explica que la elección no solo es una cuestión de gusto, sino que puede tener raíces profundas en la relación que cada persona tiene con su cuerpo y con su pareja.
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Montaño señala que según su experiencia en consulta, esta preferencia es más frecuente en mujeres, especialmente en aquellas que cargan con alguna forma de insatisfacción corporal o temas relacionados con el autoestima. De acuerdo con la especialista, esta situación suele aparecer cuando en consulta se abordan casos de disminución del deseo sexual o dificultades en la respuesta sexual. Es decir, no siempre se trata de una simple preferencia estética, sino de un mecanismo emocional para regular lo que sienten sobre sí mismas.
“Un porcentaje significativo de las mujeres que atiendo manifiesta algún grado de insatisfacción corporal o una desconexión de su corporalidad”, afirma la experta. Esa percepción puede manifestarse como malestar hacia áreas específicas del cuerpo o como la sensación generalizada de no cumplir con estándares de la sociedad o su entorno. Esto, además, suele verse acompañado del temor a la evaluación corporal por parte de la pareja.
Según Montaño, estas ideas no surgen de la nada, "son producto de presiones socioculturales, comparaciones estéticas, críticas previas y modelos de educación sexual". basados en el pudor o en el control del cuerpo femenino. En ese escenario, la oscuridad funciona como una forma de alivio para la persona. “Mantener relaciones con la luz apagada opera como un recurso regulador que disminuye la autoexposición y reduce la ansiedad”, argumenta.
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Si bien en consulta puede presentarse mayormente en mujeres, los hombres tampoco están exentos de esta dinámica. “También existen hombres que presentan inquietudes respecto a su imagen corporal. No es un fenómeno exclusivo del género femenino”, aclara la sexóloga.
En los casos masculinos, la especialista ha observado que la oscuridad puede relacionarse con la ansiedad de desempeño, sobre todo cuando hay preocupación por la respuesta eréctil. Para algunos, la exposición visual directa puede aumentar la presión interna y elevar la ansiedad durante el encuentro sexual.
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Sin embargo, en términos generales, la respuesta masculina funciona de forma distinta y de acuerdo con sus preferencias en la intimidad. “El hombre tiende a preferir mayor iluminación durante el encuentro íntimo, ya que su respuesta sexual está más influida por la estimulación visual”, explica la sexóloga. Ver el cuerpo de la pareja puede ser un estímulo determinante en su excitación. Aun así, Montaño asegura que muchos hombres optan por adaptarse a la preferencia de su pareja, incluso si no coincide con la suya.
Aunque gran parte de esta elección puede estar vinculada con inseguridades, no siempre es el caso. Para muchas parejas, la iluminación tenue forma parte del juego sexual y del ambiente emocional. “La iluminación tenue o incluso la oscuridad parcial también puede ser simplemente una preferencia erótica”, precisa Montaño. Algunos la eligen porque genera intimidad, romanticismo y permite activar otros sentidos como el tacto o el oído, lo cual puede enriquecer la conexión entre ambos. “No siempre está mediado por miedos o disfunciones; a menudo es solo la forma estética y emocional en la que la pareja disfruta más del encuentro”, añade.
Como explica la especialista, la elección de apagar o encender la luz es un reflejo de múltiples factores, desde cómo se siente una persona con su cuerpo hasta cómo fluye la conexión emocional durante el sexo. En otras palabras, no existe una forma correcta. Lo importante es que cada persona pueda vivir su sexualidad sin vergüenza, sin presión y con la libertad de elegir el ambiente que mejor potencie su placer.
Tal como lo explicó la sexóloga Elizabeth Montaño, no existe una única forma correcta de vivir el placer. El disfrute depende del gusto de ambas personas, de sus necesidades, de la comodidad emocional y de la calidad del vínculo.
Por eso, antes que fijarse en si la luz está encendida o apagada, lo fundamental es dialogar con la pareja sobre los deseos, los límites y las preferencias. “La elección de la iluminación es el resultado de factores psicológicos, emocionales y eróticos”, explicó Montaño. A partir de estas recomendaciones, el portal Mejor con Salud, del diario AS plantea varias ventajas útiles para parejas que buscan mejorar su comunicación sexual:
HEIDY ALEJANDRA CARREÑO BELTRÁN
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