El escritor William Ospina sostiene que Colombia tiene el deber de darle un horizonte de dignidad a esos millones de excluidos que están reclamando por fin lo que les corresponde. Sobre esta crisis, la rancia política, las deudas históricas del estado y esta primavera de la juventud en las calles habló con Juan David Laverde, deNoticias Caracol.
Juan David Laverde: ¿Qué explica este estallido que hoy contabiliza cuando menos más de 40 civiles muertos?
William Ospina: Yo creo que es una explosión que se venía gestando desde hace mucho tiempo y ni siquiera se le puede atribuir plenamente a la pandemia, aunque mucho ha contribuido, porque ya antes veíamos marchas, manifestaciones, impaciencia social, porque Colombia lleva mucho tiempo aplazando unas reformas históricas que permitan que la mayoría de la población viva en condiciones mínimas de dignidad y eso no puede durar para siempre.
J.L: ¿Hasta dónde deben ir las protestas para que esta juventud no ‘se conforme con migajas’?
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W.O: Yo creo que hasta cuando la juventud colombiana, que está llena de talentos, energía, esperanza y ahora por fin llena de orgullo también y confianza en su propio destino, tenga oportunidades que no ha tenido nunca. Cuando la mayoría de la población no puede acceder si quiera a la educación, cuando la gente no tiene qué comer en la casa, cuando unos cuantos que vivimos cómodamente vemos con mortificación que los que no tienen nada exigen algo y reclaman algo, pues es muy difícil que se aclimate verdaderamente la convivencia. Yo creo que Colombia está necesitando ofrecerles a sus jóvenes un horizonte de dignidad, ingreso social, la posibilidad de trabajar, de hacer el liderazgo social, liderazgo cultural, la posibilidad de estudiar, yo incluso digo que debería pagárseles por aprender.
J.L: ¿Cómo salir de la encrucijada de un proyecto de Nación eternamente aplazado?
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W.O: Yo creo que hemos cometido el error de esperar que sean los Gobierno los que vengan a hacernos el favor, como si no fueran pagados por la sociedad para que resuelvan los problemas económicos, para que los orienten. El despertar de la ciudadanía es fundamental, yo no conozco una sola democracia que funcione si el pueblo no sale a las calles cada vez que necesita algo, porque los gobiernos son muy autocomplacientes y están rodeados de aduladores que les dicen que todo está bien y no son capaces de ir a conversar con la gente y de ir a ver cómo está viviendo la gente realmente. La grandeza de una democracia se mide no por cómo viven los que están mejor sino por cómo viven los que están peor.
J.L: ¿Qué dice usted de los odios larvados en este país?, apropósito de lo sucedido con la minga indígena en Cali y hasta comentarios de una médica al respecto.
W.O: Son la evidencia del país que fuimos, pero ya no serán la evidencia del país que seremos, porque los racismos y los clasismos solo desaparecen cuando las minorías toman conciencia de su propia dignidad y cuando las grandes mayorías descubren su papel en la historia. Entonces, esos seres que odian, esos seres que discriminan, esos que se sienten mejores que el resto de los seres humanos y sin embargo después van a misa, van a ser arrasados por una historia que es la democracia. Es que llevamos hablando de democracia siglos para que todavía haya gente que piense que cuando la gente dice ‘tengo hambre’ hay que salir a matarla.
J.L: ¿Cómo hacer para desescalar estas rabias?
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W.O: Yo creo que los gobiernos tienen que aprender a oír a la gente, yo pienso que es porque los gobierno no escuchan a tiempo el clamor de la gente, por lo que después de miles de muertos tienen que sentarse a conversar con masacradores y con secuestradores. Si aprendieran a dialogar con la gente y escucharla con humidad y con respeto.
J.L: ¿Cómo sacar al país de estos ciclos de violencia?
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W.O: Yo creo que la sociedad está encontrando el camino, está descubriendo que hay que volver a encontrarnos. Creemos que llevamos un año encerrados, yo creo que llevamos como un siglo, porque aquí son muy pocos los que toman las decisiones y no se toman pensando en la gente. En Francia se organiza la economía pensando qué va a comer cada francés, aquí se organiza pensando qué necesitan en EE. UU., en España, en Francia.
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