Un cuerpo de bomberos húngaro acudió al llamado del amo de Fules, un perrito que quería meter la cabeza en cuerpo ajeno, pues se atascó en un viejo portón metálico.
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Pese a ello, los rescatistas iban preparados y, con herramienta en mano, iniciaron la operación que no resultó tan sencilla, pues la idea era no lastimar al perro que ya había sufrido bastante.
El esfuerzo valió la pena y Fules, ya liberado, se reencontró con su padre humano y agradeció con su pata, como todo un caballero perruno, a los hombres que lo sacaron de este aprieto.
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