De su palacio de rey pasó a unas habitaciones donde sí o sí convivía con tres más adictos como él de todas las edades, en su mayoría muchachos que no pasaban los 30 años.
Da gracias a Dios y a su mujer quien lo ha ayudado a recuperarse.
Ahora, de nuevo está acá afuera, en las calles de Valledupar, rearmado su grupo Los Clásicos del Vallenato, en casa con Tatiana y sus hijas, y enfrentando su prueba de fuego. Tocar en parrandas sin consumir.
Nodier Giraldo, el exparamilitar arrepentido que ahora es cantante popular El dinero se hace, pero con el estilo se nace: Abelardo De La Espriella