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En ocasiones, la vida encuentra formas insospechadas de imponerse incluso sobre la ciencia y la estadística. Así ocurrió en Nerópolis, una pequeña ciudad del estado de Goiás, en Brasil, donde un recién nacido se convirtió en noticia mundial por sostener en sus diminutas manos el dispositivo anticonceptivo que, en teoría, debía haber impedido su existencia.
El protagonista de esta historia es Matheus Gabriel, un bebé que llegó al mundo en el Hospital Sagrado Corazón de Jesús en perfecto estado de salud, pese a un embarazo lleno de incertidumbres y complicaciones. Su madre, Queidy Araujo de Oliveira, utilizaba desde hacía dos años un dispositivo intrauterino (DIU) de cobre, considerado uno de los métodos anticonceptivos más seguros, con una eficacia estimada del 99%. Sin embargo, ese 1% improbable se hizo realidad.
El DIU es un pequeño artefacto en forma de T que se coloca en el útero para prevenir la concepción. Funciona liberando cobre, lo que altera el ambiente uterino y evita que los espermatozoides fecunden el óvulo. Su duración varía entre cinco y diez años y, en la mayoría de los casos, ofrece protección confiable contra embarazos no planificados.
Pero como todo método, no es infalible. Queidy descubrió que estaba embarazada durante una revisión médica de rutina. Los especialistas confirmaron que el DIU seguía en su lugar, pero advirtieron que extraerlo podía poner en riesgo tanto su vida como la del feto. La única opción era continuar con el embarazo con el dispositivo dentro.
El proceso no fue fácil. Durante los nueve meses, la madre experimentó episodios de sangrado y desprendimiento, complicaciones que aumentaban la ansiedad de la familia. Contra todo pronóstico, el embarazo siguió adelante y Matheus nació sano, desafiando la estadística que parecía jugar en su contra.
La escena más simbólica ocurrió apenas unos minutos después del parto. La doctora Natalia Rodrigues, quien atendió el nacimiento, observó cómo el bebé sostenía con fuerza el dispositivo que debía haberlo detenido. No pudo resistirse a inmortalizar el momento en una fotografía que pronto se volvió viral en redes sociales.
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En la imagen, Matheus aparece aferrado al pequeño artefacto en forma de T, como si fuera un trofeo. La doctora acompañó la publicación con un pie de foto que decía: “¡Sosteniendo mi trofeo de la victoria: el DIU que no pudo conmigo!”.
La foto conmovió a miles de personas en Brasil y en el extranjero, que interpretaron la escena como un símbolo de la fuerza de la vida y de la fragilidad de los métodos que los seres humanos diseñan para controlarla.
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Por su parte, el padre de Matheus bromeó en redes sociales asegurando que, aunque su hijo había desafiado las probabilidades, “la fábrica ya está cerrada”, en referencia a su decisión de someterse a una vasectomía para evitar futuras sorpresas.
Aunque la historia de Matheus se viralizó rápidamente, no es la primera vez que ocurre algo similar. En Hai Phong, Vietnam, hace algunos años, otro bebé fue fotografiado sujetando el DIU de su madre poco después de nacer en el Hospital Internacional de esa ciudad.
El obstetra Tran Viet Phuong, encargado del parto, relató a medios locales que el dispositivo salió junto al bebé y que, de manera espontánea, el recién nacido lo tomó en sus manos. La curiosa imagen también circuló ampliamente en redes sociales.
En ese caso, la madre había utilizado el DIU durante dos años antes de descubrir que estaba embarazada. Según el médico, lo más probable es que el dispositivo se hubiera desplazado de su posición original, lo que redujo su efectividad y permitió la concepción.
El DIU de cobre sigue siendo uno de los métodos anticonceptivos más recomendados por ginecólogos en todo el mundo, gracias a su efectividad y duración. Pero casos como este ponen de relieve la necesidad de acompañar cualquier método con revisiones médicas regulares y con la comprensión de que siempre existe un margen de error.
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MARÍA PAULA GONZÁLEZ
PERIODISTA DIGITAL DE NOTICIAS CARACOL