Como indica la tradición, el ataúd fue puesto ante el altar de la catedral y encima se colocó un ejemplar de los evangelios.
El cardenal decano, Angelo Solando fue el encargado de presidir el funeral. Aunque la familia del cardenal Castrillón no pudo viajar toda a Roma, lo acompañaron cardenales, sacerdotes, embajadores y fieles que lo estimaban.
Sus cenizas serán traídas a Medellín, pues era el deseo del cardenal reposar en la catedral de Medellín.
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