Unos 3.000 se reagrupan en Tecún Umán para seguir rumbo a EE. UU. Policías antimotines los esperan del lado mexicano.
Los hondureños han llegado por grupos a la población fronteriza tras salir en caravana el sábado pasado desde San Pedro Sula, en el norte de Honduras.
La inusual marea migratoria desató la furia del presidente Donald Trump, quien amenazó a los mandatarios de Guatemala, El Salvador y Honduras de frenar la ayuda económica a sus países si no contenían la caravana. También pidió el miércoles a México detener su avance y advirtió que de lo contrario cerraría con militares la frontera sur estadounidense.
"Sé que nos falta mucho camino por recorrer, pero me siento bien al ya estar en la frontera con México", dijo a la AFP una joven de 25 años que se identificó como Wendy.
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Sobre pedazos de una caja de cartón que le sirven como colchón, Wendy, su esposo e hija de tres años, aguardan en un refugio habilitado por una iglesia evangélica a pocos metros del puente internacional que une a Guatemala y México.
"Yo sé que vengo arriesgando la vida de mi hija, pero decidí tomar esa decisión porque con lo que ganaba mi esposo no nos alcanzaba para vivir", lamentó Wendy, después de atravesar Guatemala caminando por horas, bajo la lluvia y el sol, y subiendo a plataformas de camiones.
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En una de las calles de Tecún Umán, 255 km al oeste de la capital guatemalteca, Wilson Chacón, de 20 años, afirmó sentir "alegría en el corazón" al estar cerca de México y cumplir uno de los primeros objetivos de la travesía.
"Primeramente voy a pasar, tengo la fe que de una u otra forma voy a pasar", aseguró Chacón, originario de la ciudad de Copán.
En el parque de la localidad, los migrantes hacen filas para recibir alimentos de vecinos que de forma voluntaria se han organizado para solidarizarse con los hondureños.
Tensión en la frontera
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Mientras los migrantes descansan y se alimentan en Guatemala, del lado mexicano, en el poblado de Ciudad Higaldo, casi medio centenar de policías federales vigilan su frontera en un panorama por ahora desértico.
"Ahora está tranquilo, pero estamos preparados, en cualquier momento sabemos que nos pueden agredir (los migrantes) con tal de entrar", comentó un policía bajo anonimato, por no estar autorizado para hablar del tema.
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Una empleada del instituto de Migración de México, que también prefirió el anonimato, agregó que están preparados para recibir a "grupos pequeños" de migrantes para tramitar sus solicitudes de refugio o visa humanitaria, que es la única forma bajo la cual el gobierno mexicano ha dicho que los dejará pasar.
"Hasta ahora los pocos que han llegado no quieren solicitar nada", dice encogiéndose de hombros sin saber si se trata del grupo de hondureños o de otros migrantes.
La policía mexicana prohibió las actividades de un grupo de lancheros que cruzan personas y mercadería por el caudaloso río Suchiate en balsas llamadas "cámaras", usadas tradicionalmente por los inmigrantes para evadir los controles migratorios.
"Perdimos mucho dinero", aseguró Lucas, un "camarero" de 30 años y padre de tres niños que subsiste con esa actividad.
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Entrada legal
Para atender la situación migratoria de los hondureños, el canciller mexicano Luis Videgaray se reunió el jueves con el jefe de la ONU, Antonio Guterres, y dijo que recibió su apoyo para que el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ayude a procesar solicitudes de refugiados de la caravana.
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Por su lado, el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, señaló que conversó con Videgaray sobre el apoyo de la ONU ante la llegada de la caravana para finalmente asegurarse de que "solo se tendrá una entrada legal" de centroamericanos por la frontera estadounidense.
El funcionario norteamericano visitará este viernes México, tras su paso el jueves por Panamá, donde habló con el presidente Juan Carlos Varela sobre la migración irregular.
El periplo por esos dos países coincide con la crisis por la avalancha de migrantes hondureños, quienes quieren escapar de la pobreza e inseguridad por las temibles pandillas y el narcotráfico en su país.
Con una tasa de homicidios de 43 por cada 100.000 habitantes, Honduras es considerado uno de los países más violentos del mundo.
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