El día que hubiese cumplido sus 15 años, amigos y familiares de Keyiro Fuentes celebraron su vida en el mismo parque donde aprendió a caminar. Lamentablemente, el joven de familia mexicana murió cuando disfrutaba de su último día de vacaciones de verano y los incendios en Hawái arrasaron su pueblo, Lahaina.
Su madre adoptiva, Luz Vargas, estaba trabajando a unos 8 kilómetros. Cuenta que cuando ella y su esposo se percataron del fuego salieron de inmediato hacia su casa.
Debido al caos y el tráfico provocados por la situación, la madre hizo todo lo posible por llegar a su hogar, pero había restricciones: “Yo me tiré al piso y clamé a Dios, levante mis manos (...) después de que terminé de llorar me levanté y recordé que habían callecitas".
Cuando logro pasar el retén policial, un hombre le ofreció llevarla en su moto hasta el frente del incendio, donde los bomberos le aseguraron que todas las personas habían logrado ser evacuadas.
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Dos días después, la familia al fin pudo regresar a su hogar. “Todo se había consumido, pero, cuando llegamos a su cuarto, él estaba ahí, acostado y abrazando al perro. Él no estaba como yo me lo imaginé, (para) 'recoger las cenizas' , Dios me lo guardó así para que viéramos que era él”, relata la mujer.
Su esposo Andrés y su hijo Josue llevaron los restos de Keyiro a la estación de Policía. "Trato de ser fuerte, pero...", dice al borde del llanto el hombre que perdió a su hijo en los incendios de Hawái.
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Hoy la familia lamenta no solo su muerte, sino la pérdida del futuro brillante de Keyiro Fuentes.