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Marcial Maciel Degollado fue durante décadas una figura respetada en la Iglesia católica. Fundador de los Legionarios de Cristo, una congregación religiosa conocida por su rigor doctrinal y conservadurismo, Maciel construyó un imperio espiritual y económico que se extendió por varios continentes. Sin embargo, detrás de su imagen de santidad se escondía uno de los casos más atroces de abuso sexual infantil en la historia de la Iglesia.
Hoy, su nombre vuelve a ser noticia gracias al estreno del documental Marcial Maciel: El lobo de Dios, que revela testimonios inéditos y evidencia sobre los crímenes que cometió y por los cuales nunca fue juzgado.
Marcial Maciel nació en 1920 y murió en 2008, a los 87 años, por causas naturales. A pesar de las múltiples denuncias por abuso sexual que pesaban en su contra, nunca enfrentó un juicio civil ni eclesiástico formal. Murió en completa impunidad, sin haber sido juzgado ni encarcelado. Su figura, que durante años fue protegida por el poder y el dinero, solo dejó dolor entre sus víctimas.
En 2021, Los Informantes conoció el crudo testimonio de Elena Sada, sobreviviente de la secta del padre Marcial Maciel. Elena no solo fue víctima del sacerdote, sino también reclutadora dentro de los Legionarios de Cristo, una de las sectas religiosas más oscuras que se haya conocido.
“Él les decía a los niños que él tenía una condición física que hacía necesario le dieran masaje en la zona de la ingle y en realidad acababa él dirigiéndolos para que le ayudaran a masturbarse”, relató Sada. “Los niños lo veían como que ellos eran los elegidos porque 'eran los más santos' y como ellos tenían 11 o 12 años lo creían”.
Maciel utilizó la religión como fachada para cometer sus crímenes. Bajo el pretexto de formar misioneros del Sagrado Corazón, reunió a niños entre 11 y 12 años, convenciéndolos de que estaban destinados a combatir el comunismo y el ateísmo. “Empiezan a tener relaciones sexuales con niños, pero los convence de que él es un santo que necesita cierto trato”, aseguró Sada.
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Elena recordó cómo la manipulación era total y sistemática para los pertenecientes a los Legionarios. “Las cartas que tú escribías eran leídas por los directores y censuradas. No podíamos leer los periódicos, ellos recortaban algunas cosas que podíamos leer o quitaban partes que no podíamos. Las noticias las grababan y ponían solo las que podíamos escuchar”.
La orden fue fundada en 1941 por Maciel, con el objetivo de evangelizar, pero en especial para construir una red de poder y protección para sus crímenes. Reclutó jóvenes idealistas, muchos de ellos provenientes de familias prestigiosas y devotas, como la de Elena, en Monterrey, México.
“Todos pensamos que era un santo”, recordó la mujer. Maciel amasó una fortuna que llegó a ser cinco veces el presupuesto del Vaticano. Fundó más de 175 colegios, 15 universidades y numerosos centros religiosos en países como Australia, Colombia y varios de Europa.
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Elena ingresó como voluntaria a los 18 años, motivada por su deseo de ayudar a huérfanos en África y su pasión por la educación. Pronto se convirtió en reclutadora de la orden y autora de un manual para captar nuevos miembros en todo el mundo.
El control era tanto que incluso la comunicación entre los miembros de la secta era poca. “No teníamos la oportunidad de poder atar cabos de lo que estaba pasando”, relató. La manipulación psicológica también hacía parte: “Empieza a hacerte dudar de tus propias creencias, de tu propia conciencia, tu propia estructura y una vez que la vas abandonando la tienes que suplir por otra y tomas la del grupo”.
“Estábamos llamadas a ser mártires, renunciar a todo por amor a Dios. Me dieron un cilicio que usé varios años en la pierna y todavía tengo la cicatriz. Son púas y se usa para mantener el cuerpo subyugado”, recordó. Lo hizo por obediencia, creyendo que era la voluntad de Dios transmitida por los directores.
Maciel se presentaba como víctima y mártir: “Así se presentaba él, como mártir de la Iglesia, muchos de los santos han pasado por todo este tipo de calumnias, entonces él pegaba perfectamente con esta es esta imagen”, relató Elena.
Mientras Elena y otras mujeres trabajaban para reclutar fieles y recaudar fondos, Maciel viajaba en aviones privados y usaba su influencia en el Vaticano. Según Sada, el sacerdote utilizó el soborno para protegerse a sí mismo y a la legión. “Pagó gente para guardar el secreto. Cuando los niños iban a hablar, él empezaba a crear un rumor de la enfermedad mental del niño”, dijo.
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El dinero fue su principal herramienta para silenciar a las víctimas y blindarse ante cualquier investigación.
Después de casi 20 años entregados a la orden, incomunicada del mundo y de su familia, Elena decidió escapar. El escándalo estalló en 2006, cuando las denuncias contra Maciel se hicieron evidentes. Fue entonces cuando escribió Ave negra, unas memorias en las que narra su experiencia como víctima y victimaria de esta secta.
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Maciel murió el 30 de enero de 2008. Nunca pidió perdón, nunca fue juzgado. Sus víctimas quedaron esperando una reparación, un castigo o algo de justicia.
La docuserie Marcial Maciel: El lobo de Dios, estrenada recientemente en HBO Max, presenta una investigación exhaustiva sobre los crímenes del sacerdote. Incluye testimonios de víctimas, material inédito y una reconstrucción de cómo actuó Maciel durante décadas.