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Lo que comenzó como una reunión familiar en una pequeña localidad rural del estado de Victoria terminó en uno de los juicios más mediáticos de Australia. ELl pasado lunes 8 de septiembre, el Tribunal Supremo dictó cadena perpetua contra Erin Patterson, la mujer de 50 años que sirvió un plato con setas venenosas a cuatro de sus familiares en julio de 2023, causando la muerte de tres de ellos.
El magistrado Christopher William Beale fijó un mínimo de 33 años de prisión sin posibilidad de libertad condicional, al considerar la “premeditación sustancial” en los hechos y la “extrema gravedad” de los crímenes. “La rehabilitación ha quedado relegada; la magnitud del daño causado es irreparable”, señaló durante una sentencia transmitida por televisión, la primera en la historia de este tribunal.
Patterson había convocado a sus exsuegros, Don y Gail Patterson, junto a Heather e Ian Wilkinson, familiares de su expareja, con el pretexto de revelar que padecía cáncer. Durante la cena, servida en su casa de Leongatha, ofreció solomillos Wellington rellenos con amanita phalloides, una de las setas más letales del mundo.
Horas después, los invitados fueron hospitalizados. Tres murieron en cuestión de días; solo Ian Wilkinson sobrevivió. La investigación demostró que Erin evitó compartir la misma comida que sus familiares, sirviéndose un plato distinto.
La Fiscalía había solicitado que la mujer no tuviera nunca opción de salir en libertad. Su defensa, por su parte, pidió que se fijara un plazo mínimo para que pudiera optar a ello en la vejez. Finalmente, el juez determinó que no podrá solicitar beneficios carcelarios antes de 2058, cuando tenga 83 años.
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Beale también rechazó la versión de Patterson sobre una supuesta compra de hongos en una tienda asiática, calificándola como “una mentira” que no convenció al jurado.
El interés mediático por el caso ha sido enorme. Según el magistrado, esta notoriedad, alimentada por proyectos editoriales y audiovisuales en marcha, podría condicionar su vida en prisión. De hecho, Patterson ha pasado los últimos 15 meses en régimen de aislamiento en la cárcel femenina Dame Phyllis Frost, donde seguirá custodiada por razones de seguridad.
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“Será, probablemente, una prisionera notoria durante muchos años y representará un riesgo significativo frente a otras reclusas”, advirtió Beale.
El caso dejó en shock a la opinión pública no solo por la brutalidad del crimen, sino también por la frialdad con la que Patterson organizó el encuentro. Su exmarido, Simon Patterson, con quien tiene dos hijos y que también estaba invitado a la cena, no asistió, lo que evitó un desenlace fatal para él.
Con esta sentencia, Australia cierra uno de los capítulos judiciales más seguidos de los últimos años, marcado por la traición familiar, el envenenamiento premeditado y el eco mediático que convirtió a Erin Patterson en protagonista de una historia digna de un thriller, pero con consecuencias reales y trágicas.
CAMILA RAMOS
NOTICIAS CARACOL
Con información de EFE.